miércoles, 8 de septiembre de 2021

Letras y flores

 (Columna publicada en el semanario Gente, del grupo El Colombiano, el 20 de agosto de 2021)


En la Feria de las Flores, vale la pena sacar tiempo para leer libros sobre flores, sin riesgo de que el perfume sea remplazado por un olor a podrido.


José María Vargas Vila, autor tan prolífico como atacado —seguramente por su posición política contra gobiernos serviles con Estados Unidos—, tiene las novelas Flor de fango y Aura o las violetas. Aquella, sobre una institutriz encargada de educar a dos niñas. La segunda, la historia triste de un amor entre dos jóvenes, truncado porque la mujer se ve obligada a casarse con el acreedor de las deudas familiares. Una forma de esclavitud.


Del resto del mundo recordamos El nombre de la rosa, de Umberto Eco, recreada en la Edad Media; El tulipán negro, de Alejandro Dumas (padre), que combina asuntos políticos con horticultura, y Los crisantemos, de John Steinbeck, sobre una ama de casa cultivadora de flores, que cuestiona su condición de mujer tras la aparición de un buhonero.


Poemas hay más que flores en Pantanillo. Mencionemos solo dos de autores colombianos: Mis flores negras, de Julio Flórez, fue llevado a canción.


La ausencia de la rosa, de Meira del Mar, dice:


Detenida

en el río translúcido

del viento,

por otro nombre, amor,

la llamaría

el corazón.

Nada queda en el sitio

de su perfume. Nadie

puede creer, creería,

que aquí estuvo la rosa

en otro tiempo.

Solo yo sé que si la mano

deslizo por el aire, todavía

me hieren sus espinas.

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