sábado, 18 de septiembre de 2021

Ciudades reinventadas

(Columna publicada en el semanario Gente, de El Colombiano, el viernes 17 de septiembre de 2021) 


Siento un placer indescriptible cuando en novelas y cuentos aparecen lugares que frecuento. (Añadiría: tal vez más si son relatos de ficción, porque es normal que al hablar de hechos reales se mencionen los sitios donde suceden). Es como si lo nombraran a uno.


Por ejemplo, recuerdo esa emoción al leer El amor en los tiempos del cólera, de García Márquez. En el recorrido por el Magdalena, hay una parada en Puerto Berrío y el narrador dice que allí desembarcan “pianos de cola para las solteras de Envigado”. ¡Y eso fue todo!


Los norteamericanos, por mencionar un solo caso, les cantan a sus paisajes desde hace siglos. Por eso, no es raro que muchos escritores se apropien de ciudades y pueblos para escenificar sus relatos. En Manhattan Transfer o El paralelo 42, John Dos Passos da ubicaciones tan precisas que uno se ofrecería a llevar un paquete sin temor a perderse. En nuestro medio, lo han hecho Tomás Carrasquilla, Arturo Echeverri Mejía, Darío Ruiz, Gonzalo Arango, Manuel Mejía Vallejo, Fernando Vallejo…


En conversaciones con Darío Ruiz coincidimos en que ha habido cierta vergüenza de los nuestros a situar hechos en una esquina de Maturín del Centro de Medellín, la Calle del Frito de El Poblado, o La Horqueta de Envigado. Sabiendo que hablar de lo propio consigue crear en los lectores la ilusión de pisar las calles de una ciudad reinventada.


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