viernes, 31 de marzo de 2023

La Edad Media

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 31 de marzo de 2023)



En esta anualidad se cumplen 570 años del fin de la Edad Media, si se considera que fue en 1453, con la Caída del Imperio bizantino. Aunque, por supuesto, nadie puede creer que una noche la gente se acostó medieval y a la mañana siguiente se levantó renacentista. Nada funciona así, con mecanismo de reloj; menos los procesos culturales.


Autor desconocido. Siglo XIII

Lo cierto es que la Edad Media resulta fascinante. Se antoja una ficción colectiva en la que reinaba la magia, abundaban los caballeros y eran comunes los castillos. Maravillosa su literatura, con cantares de gesta y novelas de caballería. ¡Ay, El cantar de Roldán!


Sufre desprestigio entre muchos que la consideran peligrosa, intolerante y belicista. Asimismo, estiman que el teocentrismo —Dios en el centro de la realidad— derivaba en oscurantismo, es decir, la imposibilidad de difundir conocimientos científicos entre la población.


Si se observa, estas ideas pueden calificar cualquier período. ¿Cuál no ha sido peligroso, intolerante y belicista? ¿Acaso el actual? Si había teocentrismo, ahora domina el tecnocentrismo, la tecnología en el centro de la realidad. Un nuevo dios al que rendirle culto. Un dios que no nos ha hecho seres mejores. Ahora no hay oscurantismo, los conocimientos se difunden, sí, pero existe un caos generado por la falsedad y la vacuidad de los contenidos informativos que genera ignorancia, odio y guerra. Así, no es posible decir qué es mejor ni qué es peor. En suma, digamos más bien, todas las épocas tienen lo dulce y lo amargo, lo grandioso y lo indeseable.

miércoles, 29 de marzo de 2023

Letras y costumbres

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 27 de marzo al 1 de abril de 2023)



Un atractivo de la literatura es la posibilidad de apreciar en ella la forma de vida de los pueblos. Costumbres, creencias, artes, formas de relacionarse, negociar y divertirse…


En Orgullo y prejuicio y otras novelas, Jane Austen muestra la vida de la alta sociedad londinense de principios del siglo XIX. Las madres se enfocaban en casar a sus hijas. Organizaban bailes a los que invitaban a jóvenes que consideran buenos prospectos y las muchachas hacían paseos para ser vistas. En la adolescencia, se preparaban en la ejecución de algún instrumento musical y leían para no convertirse en esposas aburridas.


En nuestro medio, un caso celebrado del siglo XIX es Manuela, de Eugenio Díaz Castro (Soacha, 1803-Bogotá, 1865). Al narrar las vivencias del bogotano don Demóstenes y los habitantes de una parroquia de tierra caliente, hace énfasis en el gusto por el guarapo, la chicha y el aguardiente; así mismo, en la afición por el juego del tejo o turmequé. Incluso menciona, entre las lecturas de don Demóstenes, Los misterios de París, de Eugenio Sue.


En el siglo XX, El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez, muestra costumbres costeñas. Una de ellas, la simpatía por las riñas de gallos. Estos animales entrenan como deportistas y se alimentan de manera que los integrantes de la familia ni siquiera sueñan.


Y La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo, revela la doble moral de la sociedad. En una muestra de religiosidad popular, los devotos a la Virgen María Auxiliadora le piden respaldo a ella para sus acciones violentas.

viernes, 24 de marzo de 2023

La pelota de Casablanca

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 24 de marzo de 2023)



Débora Arango murió hace más de 17 años. Desde entonces esperamos la apertura de Casablanca.


Foto: 4-72

En 2010 publiqué en El Colombiano: “Débora Arango murió al mediodía del domingo 4 de diciembre de 2005. Ese día, las puertas se abrieron para sacar el féretro y volvieron a cerrarse, no se sabe hasta cuándo. Porque por ahora no se vislumbra la posibilidad de que los aficionados al arte, de Envigado y del mundo, puedan entrar a ese caserón de muros blancos y puertas azules. El misterio que rodeó esa casa en vida de la artista, se perpetúa después de su muerte”.


Explicaba que la declaración de Casablanca como Bien de Interés Cultural de la Nación y Casa Museo solo servía para que no la tumbaran: la sola norma no permitía concretar su apertura. En ese escrito, el exalcalde Héctor Londoño Restrepo declaró que el Municipio debería adquirirla: sería la única manera de garantizar el acceso del público. En 2012 salió la estampilla de la pintora; en 2016, el billete de 2.000 pesos (con la artista por una cara y Caño Cristales por otra, mientras que los de 5.000 y 50.000 pesos tienen asuntos de Silva e Isaacs, respectivamente, por ambos lados). En 2017, ¡Envigado compró Casablanca!


Según informó el alcalde Braulio Espinosa hace un mes, “la pelota está en el campo del Ministerio de Cultura”. Ojalá, entonces, la chute y Envigado la agarre, drible y meta gol. Entre tanto, la casa sigue cerrada. Y sabemos que las casas cerradas… se caen.

jueves, 23 de marzo de 2023

El año de Stefan Zweig

(Columna RÍO DE LETAS publicada en el diario ADN en la semana del 20 al 25 de marzo de 2023)



Stefan Zweig llega a la mente cada vez que se habla de biografías. Hasta hace años se leía con empeño; no exagero si digo que en cualquier biblioteca familiar, incluso en las nada especiales, había al menos un libro de este escritor.


Sin embargo, en nuestro medio y en los últimos años, mermó el fervor de los lectores por este autor de estilo apasionante. Por eso, viene bien la noticia de que 2023 es el año de Stefan Zweig: sus obras son ya de dominio público. Se espera que varias editoriales las reediten. Entre las creaciones de este narrador, ensayista, traductor y poeta, que leeremos con renovado entusiasmo en los meses venideros, están Veinticuatro horas en la vida de una mujer; La estrella sobre el bosque; Ardiente secreto; Fouché , el genio tenebroso; Momentos estelares de la humanidad; Erasmo de Rotterdam, y Balzac, la novela de una vida.


Nacido en Austria en 1881, de origen judío, se comprometió con ideas pacifistas. Su espíritu viajero lo trajo a Suramérica. Decidió, junto a su esposa, morir en Brasil en 1942, empujado por la angustia de que el nazismo se extendería por el planeta entero.


En Jeremías, pieza teatral bíblica que alude a la tolerancia y el antibelicismo, se lee: 


Una palabra, una palabra secreta me sobrevino

mientras contemplaba visiones, de noche

y erraba en sueños.

Terror y recelo cayeron sobre mí,

cual carraca temblaban mis huesos,

y como muralla rajada

derrumbose mi corazón.

Madre,

he visto cosas

que si estuviesen escritas

harían estremecer a los hombres

y caer, cual ceniza, el sueño

de sus rostros.

viernes, 17 de marzo de 2023

Revolución de dignidad

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 17 de marzo de 2023)



Una novela del sudafricano J.M. Coetzee, nobel 2003, cumple 40 años: Vida y época de Michael K. La existencia de un hombre marginado y con labio leporino transcurre durante una guerra civil que termina por aplastarlo.

 

No estudió “a causa de su malformación y de la lentitud de su inteligencia”. Lo entregaron a la protección estatal. Fue jardinero. Abandonó todo para cumplir la voluntad de su madre: quería morir en un pueblo campesino. Enferma, la llevó primero en cochecito de bebé; luego, como murió en el camino, cargó sus cenizas en una bolsa. K soportó encierros, trabajos forzados, campamentos de desplazados. Llegó a su destino y se hizo anacoreta. Cultivaba. Apenas comía y bebía agua. Lo capturaron y acusaron de colaborar con rebeldes. Desnutrido y enfermo, lo recluyeron en un puesto de salud, pero no pudieron curarlo porque se negó a comer. Huyó a un sitio cercano al mar donde fue objeto de caridad pública sin su voluntad. Con su comportamiento, K hizo su pequeña revolución. Una revolución de dignidad.

 

Un epígrafe singular abre esta novela de narración simple:

 

La guerra de todos es padre y de todos es rey.

Muestra a unos dioses y a otros hombres.

Hace a unos esclavos y a otros libres.

 

Una moraleja peculiar cierra este libro de personaje complejo: “Si hay algo que descubrí en el campo fue que hay tiempo para todo”. Idea extraña en un mundo donde la sensación general es que no hay tiempo para nada. Todo es fugaz.

jueves, 16 de marzo de 2023

Hablemos de mujeres

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 13 al 18 de marzo de 2023)



Entre los personajes femeninos de la literatura colombiana que han quedado cosidos a la mente de los lectores resaltan Úrsula Iguarán, Gertrudis Potes, Frutos, María y la pobre viejecita.


Úrsula, el eje de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y de la familia Buendía que habita esta novela, es una matrona dotada del polo a tierra necesario para evitar el hundimiento de un clan colmado de sujetos geniales, pero alunados.


Gertrudis Potes, la antagonista de León María Lozano en Cóndores no entierran todos los días, de Gustavo Álvarez Gardeazábal, es dueña de un valor y un carácter ausentes en casi todos los seres que pisamos el mundo, ficticios y reales. Se atrevió a confrontar al Cóndor y, con actos y palabras, instó a los tulueños a decirles “basta” a los violentos.


Biblioteca L. Á. Arango

Frutos es la negra encargada de cuidar a la figura central de “Simón el mago”, el cuento de Tomás Carrasquilla. Terminada la esclavitud, se fue a vivir en libertad, pero a los años regresó a casa decepcionada, a seguir sirviendo. Ternura, sabiduría y magia se reúnen en ella. María, la protagonista de la novela homónima de Jorge Isaacs, es ingenua, dulce y enfermiza. “La pobre viejecita”, de Rafael Pombo, hace parte del volumen Cuentos pintados para niños. En poco más de 50 versos quedó plasmado, con una fuerza que casi rompe el papel, este ser infeliz en medio de la abundancia material.


Lo sé, hay más personajes femeninos destacables en las letras nacionales. Pero, en contadas palabras, voy a la fija al convocar a cinco de ellos bien potentes y ejemplares.

viernes, 10 de marzo de 2023

Cuentos y leyendas

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 10 de marzo de 2023)



Hace unos meses, al documentar hechos sucedidos en siglos pasados ya convertidos en leyendas e historias de personajes populares de la segunda mitad del siglo veinte, todos envigadeños, experimenté un fenómeno cultural: esos cuentos tienen nidos en las mentes de ciertas personas. Estas los cuidan con ternura y hasta se dirían preocupadas por procurarles tibieza, así como responsables de mantenerlos a salvo de un depredador implacable: el olvido.


Esos guardianes de historias son felices al recordar al Loco Moisés, por ejemplo, quien en otro tiempo les resultaba tan familiar como un arroyo, o al evocar la historia del Chorro de las Campanas, que recibieron de labios de otros. Se solazan al hablar de tales asuntos, como si dejaran salir al pájaro a dar una vuelta por esos aires que alguna vez surcó con sus alas. Y aunque hablen de la misma ave, uno encuentra matices diferentes en el plumaje. Esas variaciones van formando o enriqueciendo la leyenda.


Es curioso darse cuenta también de que, aunque hayan mirado amablemente a los protagonistas de esas historias, no hay plena coincidencia sobre los calendarios en que sucedieron los hechos. Porque los recuerdan con la memoria del corazón, como decía García Márquez. Se me antoja que esta memoria tiene parentesco con la eternidad, porque se refiere a esa clase de tiempo que no se deja domesticar. No se mide con relojes ni almanaques, sino con escenas que van llegando a la mente, una pegada de la otra, al evocarlas.

jueves, 9 de marzo de 2023

La vaca de Aracataca

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN, semana del 6 al 11 de marzo de 2023)


La vaca está presente en la obra de García Márquez. Ya es lugar común mencionar esa parte de Cien años de soledad que habla de cuando Macondo sufrió la peste de la pérdida de la memoria. Para solucionar de manera temporal el lío, José Arcadio Buendía marcó cada cosa con un hisopo entintado. Fue al corral y marcó “los animales y las plantas: vaca, chivo, puerco, gallina, yuca, malanga, guineo”. Después, para recordar el uso, enriqueció los letreros. Por ejemplo: “Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche”.


En algunas columnas aparece el rumiante. “No era una vaca cualquiera” titula una, publicada en El Heraldo en abril de 1951. Cuenta de una vaca en la ciudad, en plena vía. ¡El caos que arma! Obstaculiza el tráfico y se convierte en novedad para los habitantes de la urbe, tan ajenos al campo.


¡Y pensar que, por estos días, en Aracataca discuten por una vaca! La cara del bovino que aparece en el escudo municipal. En la Calle de los Turcos, el Puente de los Varados, el mercado, el billar de la Calle Cataquita no se habla de otra cosa. Y el mismo tema monopoliza los corrillos de los feligreses de la iglesia de San José a la salida de misa. Unos votan por sacarla y poner en su sitio el libro de los Buendía; otros, por mantenerla como símbolo de la economía local, y algunos más, por incluir el libro sin excluir la vaca.


Se trata de una discusión macondiana… o, más bien, colombiana, propia de un cuento del realismo mágico.

viernes, 3 de marzo de 2023

Oráculo artificial

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 3 de marzo de 2023)



Oráculo de Delfos. Museo de Berlín

El nuevo oráculo de la humanidad es la inteligencia artificial. Le consultan de todo y lo que responda se convierte en noticia, se viraliza y se toma como verdad revelada, a pesar de que los expertos advierten que no es infalible.


Con cien años de historia, si contamos los estudios preliminares y la aparición de las primeras computadoras, esta inteligencia es un conjunto de combinaciones de algoritmos, cuyo propósito es crear máquinas que imiten la inteligencia humana para realizar tareas.


Con la información que le han metido, el ChatGPT, un nuevo sistema de inteligencia artificial, es capaz de contestar “cualquier cosa” y hacer “muchas cosas”, según sostienen los cibercientíficos. Le han preguntado, por ejemplo, cómo será la Tierra en 2150 y qué recomienda para que la Naturaleza no se acabe pronto. Responde, en síntesis, que el planeta y las demás formas de vida estarían mejor sin los humanos… Pinta un mundo distópico que hubiera querido Ray Bradbury para sus novelas (aunque, aquí entre nos, si somos francos, no se necesita ser muy inteligente para contestar esto).


Le consultan cuáles actividades desaparecerán más rápido. Menciona las de meseros, árbitros deportivos, abogados y hasta periodistas. Cuando leí “periodistas”, quedé sorprendido y me fui un poco atrás: ¿acaso estos no están hace rato en vía de extinción? ¿Acaso, salvo (in)ciertas excepciones, no son androides los que vienen haciendo periodismo hace tiempos? Estoy confundido (o tampoco hay que gozar de mucha inteligencia para saberlo).