miércoles, 30 de marzo de 2022

Novela negra

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN del 28 de marzo al 2 de abril)

 


Parece impensable que algunas personas sigan considerando ciertos subgéneros literarios como de segundo nivel. Y más, que entre ellas haya lectores, críticos, profesores de literatura, autores y periodistas.


El subgénero que tengo en mente es el de la ficción negra o novela criminal. No pocas veces he oído expresiones despectivas hacia él. Como si la literatura criminal no fuera, ante todo, literatura. Como los demás subgéneros, al tiempo que se ocupa de lo suyo, asesinatos, hurtos, traiciones o cualquiera de las acciones vergonzosas fraguadas en el alma humana, la literatura negra muestra la forma de vida de individuos y comunidades, describe los ambientes en los que se desarrollan los hechos y puede mover a los lectores a la reflexión e introspección, como el resto de la literatura.


También resulta impensable que ciertos autores de este subgénero contribuyan a fortalecer tal subvaloración. Tengo en mente a algunos a quienes he oído hablar en congresos. Dicen que la novela negra se debe limitar al caso, es decir, al asesinato, al robo, a la traición, a investigarlo sin perderlo de vista porque, aseguran, el único propósito de este subgénero es entretener y si se desvían un poco del asunto… ¡se escapan los lectores! Y así hacen sus obras. Como con miedo a experimentar, a describir la realidad y, menos, a reflexionar sobre ella. Flaco aporte a la sociedad.


Ahora entiendo: esos lectores, críticos, profesores de literatura, autores y periodistas que así piensan no tienen en mente novelas negras, sino novelas que quedaron en obra negra.

viernes, 25 de marzo de 2022

Padre Alberto

(Columna publicada en el semanario GENTE, del grupo El Colombiano, el 25 de marzo de 2022)



La muerte, tan vieja y cotidiana, aún consigue sorprendernos, estremecernos y sumirnos en la tristeza a estas alturas de la vida. Y si se lleva a un ser generoso y sabio, de esos que parecen ir adelante de uno poniendo piedras en el río para asegurar nuestros pasos, como el padre Alberto Restrepo González, uno reniega impotente por ese punto final, terco e inamovible, sin encontrar a quién reprocharle.


Como diez curas presidieron la misa fúnebre llena de humo de incienso el lunes pasado. Un llamativo y simbólico ritual en una Santa Gertrudis más o menos llena. El féretro descansó en el suelo del altar y no en esos soportes metálicos en que suelen esperar los muertos su funeral. Se hubiera dicho que el autor de Para leer a Fernando González seguía dictando su lección de humildad y, en todo caso, de permanente pelea contra la vanidad, como en vida.


Sentado a una mesa del café Otraparte, con esa rara mezcla de hombre ceñudo y amable, diseñó el recorrido que debía hacer para reconstruir el Viaje a pie del filósofo de la autenticidad, en 2012. Total, el sacerdote estudió en Manizales y ejerció en pueblos caldenses. Sin ver la boca que me hablaba, perdida entre barbas largas y grises como melenas epifitas, le oí contar:


“Cuando yo fui a estudiar a Manizales, Fernando me mandó una carta que decía: muy bueno que el espíritu te llevó a la fría Manizales a observar a Dios en el Nevado”.


miércoles, 23 de marzo de 2022

El enigmático McCarthy

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 21 al 26 de marzo de 2022)



Hay autores misteriosos, sin duda. Permanecen en el anonimato. Otros no llegan a tanto, pero defienden su privacidad con uñas y dientes y, por consiguiente, no conceden entrevistas o rara vez lo hacen. No les salen a los medios ni para hablar de su obra. Habitan el polo opuesto de la mayoría de los escritores, que tienen alma de publicista.


A veces, tal actitud enigmática motiva la construcción de un mito en torno a ellos, mito que compite con su obra por el interés del público. Como ejemplos, mencionemos al estadounidense J. D. Salinger, el de El guardián en el centeno, que después de la publicación de esta novela, a mediados del siglo XX, se recluyó en casa; el francés Marcel Schwob, al que muchos creen una invención de Borges; el Uruguayo Felisberto Hernández, y la italiana Elena Ferrante, la de Dos amigas. En Colombia tenemos a Tomás González, el de La historia de Horacio.


Es la personalidad de cada cual. Además de respetárseles, debe tenernos sin cuidado. Lo que debe importarnos es su literatura. Por esto, celebramos el anuncio de novedades editoriales de uno de esos misteriosos: Cormac McCarthy, el de La carretera. Dos novelas del norteamericano que prefiere la compañía de científicos a la de escritores. Se titulan: El pasajero y Stella Maris. De aquella, el autor adelantó algo en 2015: alude a la locura y las matemáticas; su editor anticipa que ambas están vinculadas y tratan del amor entre dos hermanos obsesionados con el pasado. Quedamos en ascuas hasta fin de año, cuando Random House las edite, al parecer, en un solo volumen.

viernes, 18 de marzo de 2022

Fabiola Lalinde

(Columna publicada en el semanario GENTE, del grupo El Colombiano, el 18 de marzo de 2022)

 


Por la época en que conocí a Fabiola Lalinde —la defensora de derechos humanos muerta en Medellín el 12 de marzo pasado— era una mujer triste y amable. Triste, no como alguien que acaba de llorar, sino como quien ha llorado tanto que se le secaron las lágrimas y ha conseguido transformar su cuerpo en la imagen del dolor.


Foto Museo Casa de la Memoria

Ya habían pasado los 4.428 días de incertidumbre —ella los contaba—, desde octubre de 1984 cuando su hijo Luis Fernando Lalinde fue desaparecido, torturado y asesinado por el Ejército en una montaña situada entre Jardín y Riosucio. Días después —¿750 quizá?, yo no los contaba—, nos acompañó en un evento de noviolencia en Sabaneta. Con orden y calma, como quien lo ha hecho muchas veces, narró los últimos días de su hijo, que ella reconstruyó, recorriendo la geografía antioqueña. Cuáles montañas pisó, cuáles ríos vadeó, en cuál cañada se agachó a beber agua, con cuáles campesinos conversó, hasta que… Luis Fernando pareció evaporarse en la noche de niebla que envuelve y devora a los desaparecidos. Habló también de su lucha incesante por hallarlo.


El día de la desaparición del hijo ella murió en buena parte, pero dejó una chispita que le alcanzara para buscarlo y convertirse en ejemplo para otros familiares de desaparecidos.


Al donar su archivo a la Universidad Nacional, en 2018, dijo:


“Cuando buscamos, dudamos, preguntamos, vamos en busca de la verdad, pero cuando encontramos, cuando tenemos una respuesta, nos damos cuenta que este es solo un paso…"

miércoles, 16 de marzo de 2022

Xenofobia

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN del 14 al 19 de marzo de 2022)

 


Como si con las manos se pudiera atajar un río —un río de letras—, las voces de xenofobia del mundo esperan detener las ideas rusas en Occidente. Olvidan que las letras y las palabras, en las que viajan las ideas, son como el agua: buscan y encuentran resquicios, por ínfimos que sean, para colarse.


Directivos de la Universidad de Bicocca, en Milán, Italia, censuraron a un profesor por su curso sobre Fiodor Dostoievski y su obra. El autor de obras como Crimen y castigo y El jugador es clave para entender el espíritu humano de todas partes, los cambios de pensamiento, los debates entre bien y mal. Los censores salieron luego a decir que no habrá censura.


La Policía Nacional de Polonia prohibió la presentación de la ópera Boris Godunov, del ruso Modest Músorgski, en Varsovia. Esta pieza del siglo XIX narra un ataque al zar Boris I por parte de los falsos Dimitris para hacerse con el poder.


Por solicitud de Ucrania, al pueblo ruso le limitan la comunicación por redes sociales. Aunque la Icann, la corporación de internet para la asignación de nombres, dice que no desconectará a los rusos.


Plácido Domingo no pudo dar un concierto en Moscú el 8 de marzo. ¿La razón? Lo cancelaron. Hace unos días, humoristas de una emisora colombiana bromeaban diciendo que deberían prohibir la montaña rusa, la ruleta rusa y otras cosas en cuyo nombre está ese gentilicio.


Detestables y obtusas, son muestras de xenofobia. Este sentimiento mantiene a flor de piel. Ahora, con la guerra entre Rusia y Ucrania, a quienes la sufren se les aumenta la picazón.

viernes, 11 de marzo de 2022

Pedir encima

(Columna publicada en el semanario GENTE, del grupo El Colombiano, el 11 de marzo de 2022)



El sentido de la columna de la semana pasada, en la que decía que al reconstruir la Plaza de Mercado de Envigado ojalá se actualice en arquitectura e higiene, pero no pierda su naturaleza de plaza, no es nostálgico. Por cierto, la nostalgia, el sentimiento de añorar lo pasado solo porque sí, resulta fastidiosa.


La necesidad de que la Plaza siga siendo plaza obedece a motivos culturales. Porque, como afirman teóricos de la economía, lo importante no es tanto la venta, la compra, la ganancia, sino las relaciones que establecen los humanos en torno a las transacciones. En la Plaza se relacionan campesinos, artesanos, vendedores y clientes de manera directa; sin intermediarios.


El pueblo es su auténtico dueño. De ahí el aire de familiaridad en el que se hacen los negocios. Un cliente, a quien fácilmente llaman por su nombre —no por cortesía comercial sino por sincera amabilidad—, se atreve a regatear; otro, a pedir encima; un tercero, a pedir rebaja. Hay una serie de actividades, usos y costumbres afines a quienes allí se reúnen. En la cantina, por ejemplo, confluyen proveedores, vendedores y clientes en busca de diálogo, bebidas y músicas que satisfacen sus gustos.


En suma, palpita la identidad cultural. Es decir, la conciencia que tenemos los individuos de pertenecer a un grupo, compartir hábitos, formas de hacer las cosas y ver la vida. Por eso, no se trata de nostalgia, sino de respeto por la identidad cultural que gravita en la Plaza.

miércoles, 9 de marzo de 2022

Favorita

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 7 al 12 de marzo de 2022)

 



Mi autora favorita es Flannery O’Connor. La estadounidense pinta como nadie los ambientes sureños y, en especial, la carga religiosa que atraviesa las relaciones entre las personas. Carga que no pocas veces ejerce una influencia de intolerancia y violencia. “—¡Oh, Señor —rezó—. Aparece y limpia este mundo de las porquerías!”, clama un personaje suyo.


Otra favorita es Margarite Yourcenar. A la belga le agradezco haberme presentado a uno de los personajes más interesantes de la historia y la literatura: el emperador Adriano.Una parte de cada vida, y aun de cada vida insignificante, transcurre en buscar las razones de ser, los puntos de partida, las fuentes”. 


Mi poeta favorita es Dulce María Loynaz. La cubana es dueña de una sensibilidad sin igual y un lenguaje pulido, más dulce que su nombre. En una de las Cartas que no se extraviaron, dirigida a un Gabriel Castaño, advierte: “Si sus escrúpulos dependen de que no le agrada tratar asuntos monetarios con una dama, permítame enterarle de que en mi primera encarnación fui hombre: era yo hijo de un cadi de Damasco; todos los médiums retrospectivos están de acuerdo en eso…”.


En Colombia, mi favorita es Meyra Delmar. La barranquillera es precisa para nombrar la ambigüedad del sentimiento.


Otra favorita es María Mercedes Carranza. La bogotana expresa bien el desasosiego, la soledad, el hastío.


Otra favorita es Lucía Estrada. La medellinense habita con sus palabras la sombra, el sueño, el misterio. Dice: “Por cada mujer de sal,/ otra de agua se yergue”.


Mis otras favoritas quedan sin nombrar.


viernes, 4 de marzo de 2022

Plaza de Mercado

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 4 de marzo de 2022)



En Star Trek, las series de ciencia ficción, el capitán da un día la orden que jamás quisiera dar: “¡Todos a las cápsulas de escape! ¡Abandonen la nave!”.


La evacuación es urgente. La destrucción del crucero espacial, inminente. En segundos, los navegantes huyen en vehículos individuales con la esperanza de ser rescatados por alguna nave alienígena o llegar a un planeta clase M, es decir, con capacidad de albergar vida humana.


Así está la Plaza de Mercado de Envigado desde el 1 de marzo. La van a demoler y reconstruir. Desde hace días, legumbreros, carniceros, yerbateros, misceláneos, cigarreros, tenderos y vendedores de materos abandonaron el lugar, cada cual por su lado, y fueron a ocupar locales, por lo general cercanos a este centro gravitacional de mercado. Guardan la esperanza de volver un día a ocupar la nueva Plaza.


Aunque desde la Administración Municipal aseguran que ninguna de las 400 personas que se ganan la vida allí perderá el puesto, sé de al menos una que no tiene esperanza de regresar. Esperanza Hernández, la mujer que atendía un servicio sanitario en el pasillo occidental. Esa que uno veía leyendo libros en esos lapsos en los que no acudía alguien acosado por la tiranía de sus entrañas. “Pregunté y me dijeron: no. Esto va a ser una cosa muy distinta”, contó.


Esperemos que la Plaza de Mercado se actualice en arquitectura e higiene, pero no pierda su naturaleza de plaza por parecerse a un centro comercial, inodoro, desabrido... y sin alma.

miércoles, 2 de marzo de 2022

Elecciones

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 28 de febrero al 5 de marzo de 2022)



Al pobre marzo le tocan las elecciones políticas. Esto nos hace pensar que la literatura se ha ocupado de todo; hasta de las elecciones. No han faltado escritores que en charlas y discursos hayan hablado del tema, ni relatos que lo hayan abordado.


El último secretario de Jorge Luis Borges, Roberto Alifano, consignó en su libro El humor de Borges, algunas conversaciones con el autor de El Aleph.La profesión de los políticos es mentir (...) no son hombres éticos; son hombres que han contraído el hábito de mentir, el hábito de sobornar, el hábito de sonreír todo el tiempo, el hábito de quedar bien con todo el mundo, el hábito de la popularidad”.


Novelas sobre elecciones también forman un río de letras. El francés Michel Houellebecq publicó Sumisión en 2015. Pinta una Francia en la que gana un candidato árabe. Sus cambios traen desigualdad entre mujeres y hombres, legalización de la poligamia y una posible creación de un imperio árabe que intentaría extenderse por Europa.


Hace 90 años, el mexicano Martín Luis Guzmán editó Aventuras democráticas, sobre un país recomponiéndose después de la Revolución.


Una de las obras más sonadas de este asunto es el Ensayo sobre la lucidez, de José Saramago. En las elecciones de una ciudad sin nombre barre el voto en blanco, que el autor presenta como una salida plausible ante la política corrupta. En la presentación de la obra, sucedida en Lisboa hace 18 años, Saramago expresó:


“Podemos quitar y poner gobiernos, pero no podemos derribar el verdadero poder: las estructuras económicas y financieras”.