viernes, 30 de septiembre de 2022

El incendio

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 30 de septiembre de 2022)



Hoy vamos a hablar de horror. El 20 de septiembre, los habitantes de El Chinguí lo ofrendamos a este sentimiento de miedo causado por algo terrible: el fuego. Desde temprano, una columna gruesa de humo negro, espeso y visiblemente pesado, se alzó hacia el firmamento nublado al quemarse la fábrica de icopor.


A más de un kilómetro a la redonda podían verse las llamas empinarse, vigorosas, como si quisieran perseguir y dar alcance al humo fugitivo. Decenas de vecinos se echaron a la calle para rogarle al cielo ennegrecido que los bomberos salieran vencedores lo antes posible en esa guerra contra el fuego. Ah, y que, por favor, lloviera. Alarmados, dejaban oír comentarios sobre lo que ocurriría si las flamas alcanzaban ciertos tanques de combustibles que, según ellos, permanecían en la factoría. Aves de mal agüero, conseguían pintar en las mentes de los demás escenas distópicas del monstruo enfurecido y hambriento que, en su intento por saciarse, dejaba el caserío hecho cenizas.


Este barrio, cuyo nombre es una voz indígena que designaba un animal silvestre, se robó las miradas de miles de habitantes del Valle de Aburrá. Quienes tenían duda de su ubicación consiguieron despejarla de golpe, y esos otros que no habían tenido noticia siquiera de la existencia de un sector con apelativo tan singular, salieron de su ignorancia de manera violenta e inolvidable.


Días después, al pasar por la fábrica, un olor a cosa quemada y mojada por aguaceros sigue atrayendo la vista de los transeúntes hacia el escenario donde hierros retorcidos y paredes ahumadas quedan como testimonio del desastre.

miércoles, 28 de septiembre de 2022

Tierra baldía

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en diario ADN, semana del 26 de septiembre al 1 de octubre de 2022)



En las “Notas” que acompañan Tierra baldía, obra cumbre de la literatura del siglo XX, T. S. Eliot dio una muestra de honestidad creativa, tan escasa como cualquier otra forma de honestidad. Reconoció: “no solo el título, sino el plan y buena parte del simbolismo incidental del poema me fueron sugeridos por el libro de la señorita Jessie L. Weston sobre la leyenda del Graal: From ritual to Romance”.


Tierra Baldía (primera edición) 

Se cumplen 100 años del poema de Eliot. En octubre de 1922 lo publicó en la revista The criterion, en el Reino Unido; la primera edición del libro apareció en diciembre de ese año, en Nueva York. Inserta citas y referencias entre los versos, presenta tonos proféticos y satíricos, así como cambios de voz, lugar y tiempo. Por eso, con el Ulises de Joyce, también publicado ese año, se considera la cima de la modernidad.


Además de reconocer el haber bebido en el abrevadero de la obra de esa medievalista británica, Eliot mencionó en ensayos su deuda poética con el Rubaiyat de Omar Jayam, quien vivió entre los siglos XI y XII; la Divina Comedia y la Vida nueva de Dante Alighieri, y los trabajos de los simbolistas franceses como Rimbaud, Verlaine y Laforgue.


De Tierra baldía, leamos versos del canto V., titulado “Lo que dijo el trueno”:


¿Quién es el tercero que camina siempre a tu lado?

Cuando cuento, solo estamos tú y yo juntos

pero cuando miro adelante por el camino blanco

siempre hay otro caminando a tu lado

deslizándose envuelto en un pardo manto, encapuchado

no sé si hombre o mujer

—pero ¿quién es quien va al otro lado de ti?

viernes, 23 de septiembre de 2022

Utilidad de la uña

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 23 de septiembre de 2022)



A falta de cola —perdida lamentablemente hace quién sabe cuánto tiempo—, buenas son las uñas para recordarnos nuestra animalidad. ¿O acaso hay algo más animalesco que la imagen de cualquiera de nosotros, por más vestidos y calzados que estemos, cuando nos rascamos la cabeza, bien por una preocupación, bien por un insecto que no encontró mejor sitio dónde aterrizar que nuestro peludo cráneo o un grano de arena que fue a caer a nuestra coronilla transportado por el viento? No, no lo hay.


Como los cascos y los cuernos de otros animales, parecen hechas de material sintético, cercano al de los peines y los botones. Sabemos que son naturales y biodegradables —asunto importante en época de preservación planetaria— porque los bultos de cachos de uña que salen de los salones de manicura y pedicura, que se sepa, logran pudrirse.


Al tiempo que estos pequeños cascos hacen de defensas de los extremos de los dedos de pies y manos, ¡siempre tan expuestos!, son herramientas útiles en legumbrería, relojería, peluquería, artesanía, jardinería, cocina y casi todos los oficios conocidos. Las uñas pasan desapercibidas. Apenas sí notamos su presencia cuando, ay, se nos forma un uñero por comérnoslas o cortarlas mal, o cuando se nos entierra la uña del dedo gordo del pie y, torpes, tropezamos a cada paso.


Más singular es la palabra que la designa. Dos vocales, una cerrada y otra abierta, custodian la rara eñe, letra bien distinguida con su virgulilla encima, larga y curva como uña de iguana, y dueña de uno de los sonidos distintivos de la lengua española.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Procastinar

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en diario ADN, semana del 19 de agosto al 24 de septiembre de 2022)



De pronto, en medio de una conversación o en alguno de sus extremos, alguien pregunta: “¿Tú procastinas?”. No es raro que, al indagar, baje la voz. Se diría que menciona algo íntimo y tal vez obsceno. “Sí, lo hago a veces”, confiesa el otro, pudoroso. Hablan como si tal práctica, la de procastinar, es decir, dejar cosas para mañana, revelarse a hacerlas hoy, fuera indebida o vergonzosa, y no un acto muy humano. Escapar de la tirana productividad también es saludable.


F. Pessoa. Foto: Vitorino Braga

Fernando Pessoa tiene versos dicientes sobre el tema. “Aplazamiento”, firmado por su heterónimo Álvaro de Campos, dice:


Pasado mañana, sí. Pero solo pasado mañana...

Mañana me pasaré el día pensando en pasado mañana,

y así será posible; pero hoy no...

No, hoy nada; hoy no puedo (…).


Gonzalo Arango se lo enrostró a la cultura antioqueña, en “Medellín a solas contigo”: 


No todo es Hacer, Medellín. También No-Hacer es creador, pues no solo de hacer vive el hombre”.


Gustavo Adolfo Bécquer escribió páginas iluminadas sobre la dejadez:


La pereza, pues, no solo ennoblece al hombre porque le da cierta semejanza con los privilegiados seres que gozan de la inmortalidad, sino que, después de tanto como contra ella se declama, es seguramente uno de los mejores caminos para irse al cielo”.


Pero como esta no es una apología al no hacer, sino un llamado a no obsesionarse con una cosa u otra, recordemos también la crítica a la falta de previsión que hizo Esopo, el fabuloso fabulista, en “La cigarra y la hormiga”. Aquella cantó y bailó en verano y se vio sin alimento en invierno.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Uribe Ángel y las rémoras

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 16 de septiembre de 2022)



Nuestro deber social es un ensayo del escritor belga Maurice Maeterlinck, Premio Nobel 1911, incluido en La inteligencia de las flores. Señala que si bien el deseo general es la repartición equitativa de la felicidad y el bienestar, debería considerarse que el peso de la evolución y el desarrollo se compartiera de manera más o menos equitativa.


Sostiene que la civilización avanza a ritmo lento y podría ir más deprisa, gracias a la racionalidad obtenida hasta hoy. La causa del letargo —sugiere el europeo—, es que el desarrollo lo jalonan unos cuantos; la mayor parte de los humanos no sienten el compromiso de aportar —aunque sea poco— al progreso de la colectividad. Como rémoras pegadas al casco del barco, constituyen un peso muerto.


Esta idea me permite señalar con índice erguido a Manuel Uribe Ángel como uno de esos pocos seres humanos comprometidos con la civilización, su tiempo y el Universo. Basta enumerar sus focos de atención, sin detenerse en sus logros en cada uno de ellos, para pensar de este modo: médico, epidemiólogo, geógrafo, aventurero, historiador, escritor, maestro, lector crítico... Sus pensamientos y acciones alumbraron el panorama cultural y científico del siglo XIX.


Deberíamos aprovechar la celebración de los 200 años de su nacimiento para conocer su obra y su legado. Y, más que quedarnos en la admiración, seguir el ejemplo de aportar, mucho o poco, al mundo y la época en que nos ha tocado vivir. El no ser genio como él no puede servir de disculpa para seguir en el papel de rémora. Este podría ser nuestro deber social.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Gorbachov

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN, semana del 12 al 17 de septiembre de 2022)



En castellano, “Perestroika” significa reconstrucción o cambio. Y “glásnost”, apertura o transparencia. Se oían por todas partes hace unos 30 años. Personas de muchas nacionalidades y lenguas la pronunciaban con la familiaridad de un moscovita. La puso en moda el último líder de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, entre 1988 y 1991.


“Perestroika” era su propuesta para aliviar la economía de esa comunidad de naciones que funcionó desde 1922 hasta 1991. Desde entonces, el mundo entero conoció mejor los pueblos de la “Cortina de Hierro”. Gorbachov corrió la cortina y dejó ver lo que había adentro.


Más que palabras, estos conceptos se popularizaron gracias al libro Perestroika “Nuevo pensamiento para mi país y el mundo”, escrito por este líder nacido en Rusia el 2 de marzo de 1931 y muerto el 30 de agosto pasado. En él explicó que la “Perestroika” busca el “desarrollo prioritario de la esfera social, dirigido a satisfacer mejor los requerimientos del pueblo soviético: mejores condiciones de vida y trabajo, descanso y recreación, educación y cuidado de la salud. Significa una preocupación incesante por la riqueza espiritual y cultural, por la cultura de cada individuo y de la sociedad en su conjunto”.


Ha muerto un personaje histórico de carácter planetario. Uno de los protagonistas del siglo XX. Un sujeto para nada agrio: participó en una película y un musical. Es momento de volver la mirada hacia su libro y sus ideas, y beber en ellas directamente. No dejemos que los noticieros y google nos den el conocimiento sesgado y a cuentagotas.

viernes, 9 de septiembre de 2022

¡No es lo que parece!

(Columna publicada en el periódico GENTE, el 9 de septiembre de 2022) 



El cine da la impresión de estar hecho para emular la existencia y hasta superarla en intensidad. Tampoco se escapa de la tendencia a repetir modismos, refranes y frases prefabricadas. En la columna del 13 de mayo decía que estas expresiones son útiles, están listas para auxiliar a los hablantes cada vez que no se nos ocurra una expresión nueva, creada espontáneamente para la conversación del momento. Son correctas, sí, pero es preferible no abusar de ellas.


Es común que en una película haya, no solo frases tomadas de la vida, sino de otros rodajes. Algunas son tan repetidas que dan nauseas. “Que parezca un accidente” es una de las expresiones repetidas más viejas del cine. La emite quien manda a asesinar a alguien y desea que no queden huellas que puedan vincularlo al crimen. “La vida (o el mundo) tal como la conocemos, dejará de existir”, dice un personaje con tono profundo, como corresponde a una expresión apocalíptica como esta. “He estado mejor”, declara alguien a quien recién le han disparado o ha caído de una altura considerable y, según su aspecto, difícilmente escapará de morir en breve… a menos que ocurra un milagro de película, para contestarle al necio que le preguntó: ¿Estás bien? “No hay mejor momento que el presente”, manifiesta otro. “¡No es lo que parece!” se apresura a gritar uno de los amantes desnudos, mientras su pareja cornuda los encuentra en la cúpula de la cópula. Y un largo etcétera.


La falta de originalidad le hace daño al arte y a la vida.

sábado, 3 de septiembre de 2022

Sororidad

(Columna publicada en el periódico GENTE el viernes 2 de septiembre de 2022)



Nombrar es humano. Eso hemos pasado haciendo desde el principio del tiempo. Uno va distraído por ahí y a ratos tiene la sensación de que todas las cosas están nombradas… No es así. Releía apartes del libro La vuelta al mundo en 80 autores, de Xavi Ayén, y me encontré con Haruki Murakami.  Dice: “¿Sabe? Es curioso, pero no hay una palabra equivalente a identidad en japonés. No existe. Es imposible hablar de eso”. En castellano también deben faltar palabras.

 

Nos damos cuenta otra vez de la importancia del lenguaje. La importancia de nombrar cosas, acciones, procesos. En los últimos meses, algunos se fascinan con la palabra sororidad. Y no es para menos. Si bien el concepto de solidaridad entre mujeres, especialmente en contextos machistas, no es nuevo, sí lo es el término. Los estudiosos atribuyen a Miguel de Unamuno este neologismo. Lo propuso en artículos y en La tía Tula para solucionar la carencia de un vocablo equivalente a fraternidad, en femenino.

 

Hay lecturas profundas y amables sobre este asunto. El color púrpura, de Alice Walker, cuenta la lucha doble de una joven negra contra el patriarcado y contra la sociedad racista que la rodea. La mujer rota, de Simone de Beauvoir, demuestra que la vida conyugal basada en dependencia de la mujer hacia el hombre la despoja a ella de su ser. El cuaderno dorado, de Doris Lessing, revela la historia de Anna Wulf —África, comunismo, amor y dolor, emociones y sueños—. En este volumen se lee:

 

Pedís tanto... La felicidad, ese tipo de cosa... ¡La felicidad! No me acuerdo de haber pensado nunca en ella”.