sábado, 29 de enero de 2022

En Casablanca habita la espera

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 28 de enero de 2022)

 


No sé ustedes, pero mi gran anhelo para el 2022 es que abran de una vez por todas la casa museo de una de las artistas más importantes de América: Débora Arango.


Foto: Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín

La relación de la gente con esa vivienda ha sido de espera. Primero, cuando la maestra vivía, deseábamos que por un milagro divino ella asomara para poder verla. O al menos, que cuando uno pasara por ahí, estuviera la puerta abierta para colar los ojos hacia el interior y escrutar el misterio.


Después del 4 de diciembre de 2005, cuando murió, aguardábamos lo que pudiera pasar con Casablanca. Festejábamos cada noticia, como cuando la declararon “Bien de Interés Cultural de la Nación y Casa Museo”, con lo cual se logró, por lo menos, que no la demolieran. Casi nos sale hernia de hacer fuerza para que el Municipio de Envigado la comprara a la sobrina propietaria.


Después desbordamos de dicha cuando ¡por fin! la Administración la adquirió por más de 13 mil 500 millones de pesos, con apoyo del Área Metropolitana y el Instituto para el Patrimonio de Antioquia, De eso hace más de cinco años, durante los cuales esperamos la preparación museográfica. Hace casi un año comenzaron visitas guiadas, como dos veces por semana, pero nada definitivo.


Es válido suponer que, ahora que tenemos Secretaría de Cultura, la apertura se agilice. Qué bueno sería contar entre los logros de la primera titular de este despacho, Ruth Verónica Muriel, el ponerle fin a este calvario de esperas.

miércoles, 26 de enero de 2022

¿Quién lee ahora?

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 24 al 29 de enero de 2021)



Un periodista de un medio escrito me lanzó estas “perlas” en una conversación privada, hace unos días: “¿Quién lee a Flaubert en este tiempo? ¿Quién, el Ulises de Joyce?... Ni qué decir de la literatura del siglo XIX y anteriores. Ahora nadie lee más que cosas breves, actuales y sencillas”.


Las respuestas a esas preguntas son obvias: los lectores leen las obras de estos autores y otras más y, obviamente, los no lectores no las leen ni leen nada en absoluto.


El mismo personaje aseguró no conocer a nadie que haya leído la obra del dublinés, de cuya primera edición se cumplen cien años el próximo 2 de febrero. Una novela que revolucionó el arte de escribir en el mundo. Añadió que, por su parte, jamás ha podido pasar de la página 12.


Esto es una paradoja, si se observa bien, porque él vive de personas que sí leen, de modo que no debería partir de la base de que él escribe para los no lectores o a sabiendas de que nadie lee. Además, uno de los deberes de los periodistas, la prensa y los medios en general es fomentar el amor por la lectura, mostrar autores y creaciones diversas, y muchas formas distintas de pensamiento, así como diferentes estilos expresivos, para que no nos quedemos pasando los ojos solamente por lo fácil y para que enriquezcamos nuestra forma de entender el mundo.


Si bien la lectura —al igual que la afición a las diversas manifestaciones artísticas—, es un goce no tan popular como el del fútbol, es deber de quienes trabajamos con la palabra tratar de seducir a la gente con letras inteligentes de cualquier época y lugar.

jueves, 20 de enero de 2022

Letras de enero


(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 17 al 22 de enero de 2022)



Extraños en un tren, la novela de Patricia Highsmith, está dedicada “A todas las Virginias”. Pero, según sus notas, fue Virginia Kent, una mujer divorciada, a quien la autora jamás dejó de amar.



Nacida en Texas el 19 de enero de 1921, se convirtió en referente del género negro —ese que mezcla maldad, suspenso, miedo y perversión— desde la aparición de dicha obra en 1950, llevada al cine por Alfred Hitchcock.


Con esta y otras creaciones, como la serie Ripley, Crímenes bestiales y El cuchillo, mostró que el mal suele salirse con la suya, aunque duela aceptarlo. Reñía con encasillamientos como el del género negro, y escribió historias sobre el lesbianismo y el sufrimiento de quienes aman y desean a personas del mismo sexo. Asunto arriesgado en su época, pues los homosexuales, considerados enfermos mentales, eran encerrados y tratados con choques eléctricos. Entre estas historias, publicó El precio de la sal en 1951, con el seudónimo Claire Morgan. La reeditó con su nombre, con el título Carol, en 1989.


La paridora, relato incluido en Pequeños cuentos misóginos, dice:


“Para Elaine, el matrimonio significaba hijos. El matrimonio significaba también otras muchas cosas, naturalmente, tales como crear un hogar, levantar la moral a su marido, ser una alegre compañera, todo eso. Pero sobre todo, hijos… para eso servía el matrimonio, ese era el sentido”.


Alcohólica y misántropa, Highsmith murió en Suiza, el 4 de febrero de 1995. Gozo y busco su estilo directo, sin concesiones a las “buenas formas”, y sus enfoques no convencionales ni sensibleros.

jueves, 13 de enero de 2022

Azar y libertad

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 11 al 15 de enero de 2022)



En alguna parte de alguna obra o nota marginal de Franz Kafka leí hace años: “El problema no es la libertad, porque la libertad no existe”. O palabras parecidas. Varias veces he buscado tal cita, pero es en vano; no doy con ella. Entonces, por momentos pienso que la soñé, la inventé, o se la oí al viento que debe ser el mismo que viene desde su territorio y su tiempo hasta los míos. Soy consciente de que, así como no nos bañamos dos veces en el mismo río, no nos sopla dos veces la misma corriente de aire, pero tal vez el agua y el aire sí sean los mismos desde siempre.


En fin, pensé en la libertad porque sentí en estos días de fin y principio de años algo que se le parece mucho y extrañaba desde hace meses: leer un libro y después otro y otro más solo porque sí, no por compromiso ni porque deba reseñarlos ni referirme a sus autores ni nada. Es como si hubieran ejercido sobre mí una atracción inexplicable. ¿Serían sus títulos? ¿El color y el diseño de sus carátulas? ¿El extraño nombre de sus creadores? ¿Los exóticos países de los que proceden? ¿Los asuntos que tratan?


Este habla de un vagabundo, nada lo ata a nada y vaga por bosques noruegos haciendo acaso algo más que existir; aquel, de una historia ocurrida en Estambul hace siglos, con iluminadores de libros y misteriosos asesinos; este otro, de un pueblo sin memoria llamado Karakí y una región de Nieves Perpetuas que, por desconocida, genera mitos y prejuicios.


Así es la lectura de vacaciones, suelta, caprichosa y arbitraria. Uno se deja arrastrar sin rumbo en un río de azares.