viernes, 29 de julio de 2022

La marca de la bestia

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 29 de julio de 2022)



Todo venía bien o, al menos, sin mayores sobresaltos… O, para ser sinceros, las cosas venían mal, como suelen venir desde que se lleva registro de ellas. Los viejos diciendo: “este es el peor año”; “este, el peor invierno”; “esta, la peor crisis”...

 

The number of the beast is 666,
William Blake.
Rosenbach Museum & Library

En fin, las cosas venían como puede esperarse cuando se habita una bola que huye desbocada por el cosmos, y dando vueltas como para volver loco a cualquiera, hasta que la RAE, sí, la Academia de la Lengua, circunspecta como suele ser, le dio por recordar que existe esa palabreja endemoniada. Hexakosioihexekontahexafobia.

 

Veintiocho letras que parecen puestas una detrás de otra al capricho de un demente, un demente que se hubiera apropiado del teclado en un descuido de su psiquiatra.

 

Ya teníamos bastante con la versión abreviada, trihexafobia, que suele remplazarla con frecuencia —quiero decir, con la frecuencia con la que pueda usarse una palabra como esta—.

 

¿Que qué significa? Ah, ¿es que no lo he mencionado ya? Uno se distrae y enreda con el término y se olvida de explicarlo.

 

Hexakosioihexekontahexafobia es el temor al número 666, la marca de la bestia. Se caracteriza por el rechazo a cualquier cosa relacionada directa o indirectamente con este, indica amablemente la misma entidad que nos sacó de la tranquilidad, la RAE.


No queda más que condolerse por quienes padecen esta fobia. Además de sufrir tan tormentoso desequilibrio, deben soportar que un vocablo así aparezca a la hora de definir sus vidas. ¡Pobres gentes!

 

 

miércoles, 27 de julio de 2022

Letras fuertes

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 25 al 30 de julio de 2022)



En ocasiones, obras o personajes son más conocidos que quienes las crearon. Esto, sin duda, es el mayor logro de un escritor.


Con la española Gloria Fuertes sucede así. ¡Cuántos de nosotros, siendo niños, aprendimos piezas suyas, en forma de poema o de canción!


Foto: Archivo Fundación Gloria Fuertes

Cu-cú, cantaba la rana.

Cu-cú, debajo del agua.

Cu-cú, asomó la cabeza.

Cu-cú, quería cerveza…


Aunque tardamos en enterarnos quién era su autora. Sus poemas llegan al público de diversas edades con la facilidad de una tonada pegajosa, que después da lidia arrancarla de los labios, tal vez por el humanismo y la sencillez que los habitan.


Nacida el 28 de julio de 1917 y muerta el 27 de noviembre de 1998, Gloria Fuertes es importante en la escena narrativa, poética y teatral. Las literaturas infantil y juvenil fueron sus prioridades. Maravillas, Mal sueño, La pájara pinta, Canciones para niños, Las tres reinas magas, son algunas obras suyas. En la última mencionada, son las esposas de los Reyes Magos quienes van de viaje, siguiendo una estrella. Revistas literarias y suplementos de periódicos también publicaron sus letras.


Hace parte de la primera generación de posguerra y sufrió los horrores de la Guerra Civil Española. Legado importante fueron sus mensajes de igualdad de género, pacifismo y cuidado del medio ambiente. Valiente, expresó abiertamente su lesbianismo, en tiempos y espacios machistas y represivos.


En un poema para todos los públicos indicó:


Somos tan... crueles que prefieres estar unas horas con quien quieres que toda una vida con quien te quiere, —o al revés—.

sábado, 23 de julio de 2022

La manzana transparente

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el viernes 22 de julio de 2022)

  


Como si de un espectáculo se tratara, personas se detienen a observar la demolición de la Plaza de Mercado. Entre escombros, una máquina repta para taladrar fragmentos de paredes de la entrada. El operario permanece en su cabina accionando el taladro y adelantando el aparato. Parece un actor representando un performance que pocos quieren perderse.


Nelly vende objetos de alfarería

Desde la calle 37, los espectadores, parados en la acera del frente, ven casi completas las palmeras de la calle 38, el bar Escocia, al vendedor de prensa de esa esquina, el parqueadero, el almacén de botones y adornos, y demás establecimientos vecinos; los negocios de la carrera 40, como el bar Pilsen, la panadería y el supermercado; las carnicerías y el restaurante de esa callecita estrecha, como de pueblo, que es la carrera 40 A.


Sorprende ver el mundo a través del aire que estaba encerrado entre las paredes de la Plaza. Una sensación nueva. Me viene a la mente el comentario de un quindiano, tras el terremoto de 1999. Al retornar a Armenia, a pesar de que había visto imágenes y leído sobre la destrucción, se impactó al no hallar la Iglesia, la Plaza ni otros sitios, referentes para él durante su vida. “Sentía como si me faltara un brazo”.

En nuestro caso, es “solo” la Plaza. Sabemos lo que sucede: la echaron a tierra para construir otra mole de comercio en su lugar… y, sin embargo, se extrañan esas paredes viejas que parecían mirarnos desde otro tiempo.


viernes, 15 de julio de 2022

Matoneo

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el viernes 15 de julio de 2022)

 


Muchos califican la del bachillerato como la mejor época de la vida. Suelen hablar de lo bien que la pasaron. Incluso acuden, año tras año, a reuniones con viejos compañeros para evocar vivencias de aquel tiempo.


Por mi parte, la considero una época para olvidar. Fui víctima de matoneo. Compañeros me burlaban por ser taciturno, leer a todas horas y carecer de sentido práctico. Cobraban la diferencia, tal vez. ¡Qué habría sido de mí sin la escritura y la lectura, actividades a las que me había apasionado desde hacía tiempos! Hice con ellas una casa segura, de paredes gruesas y puertas y ventanas cerradas, reforzadas por dentro como para soportar la furia de un huracán. O, como dicen los psicólogos, un subterfugio donde sentirme a salvo.


Pensé tales cosas esta semana, tras escuchar una crónica radial: un adolescente de Villavicencio, videojugador de fútbol, apareció muerto por golpes en la cabeza, víctima de ese hostigamiento. Leí que Colombia ocupa el deshonroso segundo lugar en el escalafón de este flagelo, entre los 10 países de Suramérica, y el décimo entre los del planeta. Tres de cada diez estudiantes lo padecen.


Quizá deba “agradecerles” a esos pesados que no me golpeaban. Nunca “pasaron” de infligirme heridas morales con sus mofas y palabras afiladas. En ese ataque frecuente en edad tan decisiva hallo parte de la causa de mi falta de decisión y de otros odiosos rasgos. Y esta es una factura que a nadie puedo cobrar.


miércoles, 13 de julio de 2022

Festival de Poesía

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN, semana del 11 al 16 de julio de 2022)



La fiesta de palabras y las ideas, el Festival Internacional de Poesía, está para recordar que el mundo sigue su marcha y los entes que por él andamos seguimos creando, amando, dialogando, soñando, apropiándonos del planeta.


Desde el nueve y hasta el 30 de julio, mujeres y hombres de diversas latitudes, unidos a otros de Colombia, se juntan para emitir mensajes de libertad. Y las multitudes de oyentes aprenden cómo expresan sus emociones, furias y anhelos sus semejantes, de acuerdo con su cultura.


Por el Festival de Poesía hemos tenido contacto con el genio creativo del nigeriano Wole Soyinka, Nobel de Literatura en 1986; el chileno Gonzalo Rojas; la uruguaya Marosa de Giorgio; la nicaragüense Gioconda Belli; hemos oído de su voz los poemas de colombianos con Raúl Gómez Jattin, Jaime Jaramillo Escobar, Meira del Mar, y de creadores de naciones indígenas de los cinco continentes.


Por eso aunque, según algunos, la pandemia —que noqueó a tantos—afectó el volumen del certamen de este año, en comparación con ediciones anteriores, es motivo de celebración que el Festival siga poniendo a cantar al mundo con sus versos.


Malú Arriola. Foto: Festival de Poesía

La chilena Malú Urriola, en su poema “Hija de perra”,  dice:


“cuando no estás me faltas como si me faltara un brazo, daría un brazo por no sentir esta falta… daría un brazo, pero no el brazo con el que escribo. El brazo con el que escribo no se lo doy a nadie, si me deshiciera de este brazo moriría atragantada. Este brazo es el que aprieta mi vientre, el que hunde su mano en mi garganta para que las palabras salgan (…)”.

 

viernes, 8 de julio de 2022

Sacar la lengua

(Columna publicada en el periódico GENTE el 8 de julio de 2022) 



Los destapadores de refrescos que tienen sacacorchos y abrelatas son ejemplos de objetos multifuncionales. En el cuerpo, hay órganos así, multiusos.


La lengua, por ejemplo. Vive en la boca como un pez en una pecera de su tamaño. Se usa para comer. Recibe los alimentos cuando llegan a la cavidad bucal traídos por una mano, una cuchara, un tenedor, un palito, o los palitos chinos. El fragmento traspone la entrada de la boca —los labios— y es abandonado sobre la lengua. Esta lo empuja o deja caer de a poco a lado y lado sobre esas piedras de moler que son, cómo no, las muelas. Queda atenta a que estas conviertan el trozo en una masa blanda con ayuda de la saliva, o sea, el agua de la pecera. En este momento, la lengua se transforma en tobogán. La comida se desliza por su mojado cuerpo y se pierde en un túnel abismal… Después, la lengua sale a limpiar la entrada, a retirar migajas que hayan quedado.


La lengua se usa para besar, copular y hablar. Hay quienes la utilizan para humedecer las puntas de los dedos para pasar más fácil páginas o billetes. A veces, la lengua sabe insultar. Para esto deben entromparse los labios y dejar un espacio preciso para que salga y aparezca tiesa. Indica a otra persona que uno está enojado con ella.


Por eso, nada raro que el 19 de julio se celebre el Día Mundial de Sacar la Lengua. Habrá que celebrarlo de algún modo.

jueves, 7 de julio de 2022

Verdad

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en ADN semana del 4 al 9 de julio de 2022)



Hay documentos que no podemos dejar que otros lean por nosotros. La Constitución, el Acuerdo de Paz y, ahora, el Informe de la Comisión de la Verdad, sobre el conflicto armado. No podemos, porque el tema nos toca a todos en carne propia.


El 28 de junio fue un día histórico. Se recibió la primera parte del Informe, de manos de la Comisión creada a partir del tratado de paz con las Farc. Un documento de verdades incómodas, en especial para quienes han visto la guerra como manera de ser y relacionarse en el país. Y para todos los colombianos, a quienes el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión, preguntó en la presentación: ¿qué hicieron, cada uno desde su rol, para evitar o detener la confrontación? Guerreros, gobernantes, periodistas, religiosos, empresarios, trabajadores… para impedir que el río de sangre comenzara y creciera. ¿Qué hacen hoy para evitar que siga?


Casi 900 páginas con reflexiones sobre paz y democracia, estadísticas de violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario e historia de las guerrillas y los paramilitares. Entre las estadísticas, el conflicto ha dejado más de 450 mil muertos; de estos, el 80 por ciento son civiles.


Para elaborarlo, los comisionados oyeron 27.508 relatos de víctimas, pueblos indígenas, afros, campesinos, miembros de la fuerza pública, grupos armados ilegales, empresarios y políticos.


Claro, hay quienes se ofrecen a leer el informe por nosotros: politiqueros, gobernantes, (de)formadores de opinión, periodistas… Terminamos repitiendo como loros las ideas de otro. 

viernes, 1 de julio de 2022

Uribe Ángel, forense

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 1 de julio de 2022)



Manuel Uribe Ángel

Aunque los 200 años del nacimiento de Manuel Uribe Ángel se cumplen el 14 de septiembre, la celebración es todo el año. Se trata de uno de los envigadeños y colombianos más notables de la historia.


Una que otra conferencia motiva la lectura de sus obras. Hace días, el historiador Jorge Andrés Suárez Quiroz presentó su libro Manuel Uribe Ángel. 1822-2022, (Ed. Pulso y Letra).


“Manuel Uribe Ángel y sus aportes a la medicina legal” es un artículo de Suárez Quiroz publicado en Berbiquí 70, revista del Colegio de Jueces y Fiscales de Antioquia. Incluye el informe forense, realizado en compañía de Manuel Vicente de la Roche, de un crimen de 1860. A estos médicos entregaron un cadáver muy descompuesto.


“Un conjunto de huesos, un poncho manchado, los restos de una camisa, pedazos de calzoncillos, un pantalón, una correa de cuero, un pañuelo blanco de algodón y varias otras piezas”.


Concluyeron que se trataba de un hombre de 25 a 35 años, estatura mediana, delgado, musculación débil, afeminado tal vez al andar, mala dentadura, pelo negro ligeramente rizado, zurdo y de color moreno. Su nombre, Miguel Ribera, lo consiguieron las autoridades a partir del informe, en el que los científicos sugirieron qué preguntas debían hacer a los parientes de la víctima en el interrogatorio. 


Apareció el culpable y fue condenado.


“El dictamen fue tan completo”, comenta el historiador, “que sirvió de guía para otros médicos y mereció que se publicara en los Anales de la Academia de Medicina de Medellín en 1889”.