(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN semana del 20 al 25 de septiembre de 2021)
Dicen que
Dante Alighieri nació en Florencia el 29 de mayo de 1265 y murió en Ravena el
14 de septiembre de 1321, o sea, hace 700 años. Pero estos números son imprecisos.
La fecha de natalicio la toman de la Vida
nueva, en la que el autor revela que su signo es Géminis. Además, en su
tiempo regía el calendario juliano y al adoptarse el gregoriano se perdieron 10
días.
Lo cierto es
que se trata de un poeta fundamental. En la Divina
Comedia visitó el infierno, el purgatorio y el paraíso. Vio almas atormentadas
en pozos de inmundicia y dolor. Halló la de su amada Beatriz y otras pocas gozando
la contemplación de los rostros divinos.
Tales imágenes
de premio y castigo han prevalecido en el imaginario colectivo por siglos. La Iglesia
Católica basó en ellas la Novena de
Difuntos. Pero últimamente, los católicos habitan un limbo teórico, porque los
papas conceptúan sobre los lugares dantescos.
Juan
Pablo II comenzó el enredo en 1999: “el cielo no es un lugar físico entre las
nubes” y “el infierno tampoco es un lugar”; el infierno es la situación que
viven las personas que se apartan de Dios. Benedicto XVI contradijo esto en 2007:
el infierno existe y no está vacío. Y Francisco, en nota del diario italiano La
República de 2018, indicó: las almas arrepentidas obtienen el perdón de Dios y van a las
filas de las que lo contemplan, pero no existe un infierno, sino la
desaparición de las almas pecadoras.
Estas reflexiones dan vigencia al ideario del florentino, en cuya figura casi mítica se posan lupas y luminarias de investigadores en 2021.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario