(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 11 al 16 de septiembre de 2023)
La relación de don Quijote y Sancho es ejemplo de amistad. Como amigos,
no tienen que pensar igual ni estar de acuerdo en todo, sino aceptarse, sin
importar que la contraparte cargue un fardo de defectos al hombro y un par de
cualidades en la alforja. Viven aventuras peligrosas. Conversan y conversan. Al
hacerlo, se expresan con libertad. No siempre ríen; a veces se enfadan. Don
Quijote llega a golpear a Sancho una vez con su lanza y este a regañarlo por
sus actitudes.
Otros ejemplos de amistad se establecen entre seres de distintas
especies. En Platero y yo, Juan Ramón
Jiménez muestra el afecto entre un hombre y un asno. Emociona notar la alegría
de ambos cuando están juntos; entristece el dolor del bípedo por la muerte del
cuadrúpedo. En El amigo, novela nada
vieja de la neoyorkina Sigrid Nunez, tras la muerte de un amigo, una escritora se
ve “obligada” a cuidar el perro que se quedó solo. Un gran danés artrítico. En
el proceso de superar (o soportar) el trauma por la pérdida del sujeto, mujer y
perro se hacen tan amigos que no entienden la vida de la una sin el otro.
Entre nosotros, fuerte es la relación afectiva entre Simón (el mago) y
Frutos, en la obra de Tomás Carrasquilla. Él, niño blanco, de familia adinerada;
ella, mujer vieja, negra y sola, integrante del servicio doméstico.
“¿Qué
vería Frutos en un mocoso de ocho años para fanatizarse así? Lo ignoro. Sólo sé
que yo veía en Frutos un ser extraordinario, a manera de ángel guardián; una
cosa allá que no podía definir ni explicarme, superior, con todo, a cuanto
podía existir”.
Maravillosas muestras de amistad uno de los tesoros más preciados por Luis Alberto Álvarez. Gracias John. Un abrazo.
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