(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 18 al 23 de septiembre de 2023)
Tal
vez soñé, pero creo que Juan José Hoyos contó una vez en el aula que Pablo
Neruda, de cuya muerte se cumplen 50 años el 23 de septiembre, solía llegar y
quedarse en casa de Ciro Mendía, en Caldas. Una tarde de
verano, al volver el autor de Farol sin
calle a su vivienda, encontró un cuadro poco menos que infantil: Neruda,
casi desnudo, sentado en una silla en medio del patio, haciendo que una mujer
le echara poncheradas de agua encima, una y otra vez, en un deleite que casi le
llegaba al paroxismo.
Sueño
o no, la escena muestra que es cierto lo que dicen de los artistas. Son humanos
que, al crecer, no permiten que muera el niño que los habitó en los primeros
años. Esta eterna niñez les facilita descubrir asombrados el mundo cada
amanecer.
Cebolla,
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.
Bajo la tierra fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló tu poderío
mostrando tu desnuda transparencia
(…).
Los
enamorados recitan versos de Veinte
poemas de amor y una canción desesperada y los artistas los incluyen en canciones.
El Poeta de América tiene poemas sobre la identidad del continente, como los
incluidos en el Canto general, y
políticos como los de Estravagario.
Menos conocido por su nombre
auténtico, Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, al parecer no murió de cáncer como
se dijo, sino envenenado por orden de la dictadura chilena.
Jhon, con un pincelazo me recuerdas la época en que lo leía con ahínco, casi juiciosamente todas las tardes. En un acetato tenía el Canto General y algunas tardes lo escuchaba con emoción de quinceañera revolucionaria que a lo sumo ha tirado piedritas en las ventanas. Volveré a su lectura tardía para el y para mi. Paola Regó Rahal
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