viernes, 8 de septiembre de 2023

Sin terminar

 (Columna publicada en Generación de El Colombiano el 2 de septiembre de 2023)



¿Qué tiene de rara una obra literaria inconclusa? ¡Ha habido tantas! Por lo general quedan así, no por irresponsabilidad, sino por un asunto inevitable: la muerte del creador, en la cual muchas veces no tiene injerencia. Por supuesto, también pueden quedar inacabadas por factores menos drásticos.


Truman Capote dejó Plegarias atendidas sin acabar. El escritor nacido en Nueva Orleans en 1924 la tituló así tomando prestado un texto de Santa Teresa de Ávila: “Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por aquellas que permanecen desatendidas”. ¡Y cuántas lágrimas vertió tras la publicación de tres relatos en la revista Squire!: “Mojabe” (que después excluyó del libro), “Monstruos perfectos” y “La Cote Basque”. Revelaba chismes y situaciones privadas de personajes del jet set, cuyo círculo frecuentó por años. Las personas aludidas se sintieron traicionadas y no quisieron saber nada más de Capote. El entretenido narrador se sumió en la depresión y no escribió una línea más. El libro se publicó de manera póstuma. En “La Cote Basque” cuenta así:

 

“En el dormitorio, le dijo a Dill que no encendiera las luces. En esto insistió mucho y, a la vista de lo que ocurrió al final, apenas se le puede reprochar su insistencia. Se desvistieron en la oscuridad. Ella tardó una eternidad, que si desabrocharse, deshacerse nudos, abrirse cremalleras, y no abrió la boca excepto para resaltar el hecho de que, como era obvio, los Dillon dormían en la misma cama, ya que sólo había una. Y Dill le dijo que sí, que él era muy afectuoso, un nene de su mamá que no se dormía a menos que estuviera blando contra lo que apretujarse. La esposa del gobernador no era ni una apretujona ni una buscona. Besarla, según Dill, era como jugar al juego del beso con una ballena muerta y putrefacta: realmente, necesitaba un dentista” *.

 

Charles Dickens incursionó en la literatura por entregas, tan impactante en el siglo XIX. Dejó a la mitad El misterio de Edwin Drood. Esta novela policíaca transcurre en un poblado imaginario de Inglaterra. Un niño huérfano, Edwin Drood, es prometido en testamento a Rosa Bud, también sin padres. Por algún motivo jamás conocido, los personajes renuncian al compromiso. Esta novela ha servido para que no pocos autores acepten el reto de imaginar lo restante y resolver el caso de acuerdo con las luces de su imaginación.

 

Gabo, entre otros

La muerte no espera ni se hace esperar. La insobornable dejó sin terminar El último magnate, de F. Scott Fitzgerald; Los papeles del Notion Club, de J.R.R. Tolkiem; El forastero misterioso, de Mark Twain; Sanditon, de Jane Austen; Alabardas, alabardas, de Saramago, y En agosto nos vemos, de Gabriel García Márquez. Esta novela —que saldrá publicada en 2024, al conmemorarse 10 años del fallecimiento del cataquero— habla de Ana Magdalena Bach, mujer fina, 52 años, casada, que viaja al Caribe en el mes de los vientos recios para visitar la tumba de su madre, contarle los sucesos familiares y dejarle un ramo de gladiolos. Un día conoce a un hombre en el bar del hotel donde se hospeda y se sumerge en una historia de amor que revive una vez al año. Leamos las primeras líneas:

 

“Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las dos de la tarde. Llevaba una camisa de cuadros escoceses, pantalones de vaquero, zapatos sencillos de tacón bajo y sin medias, una sombrilla de raso y, como único equipaje, un maletín de playa. En la fila de taxis del muelle fue directo a un modelo antiguo carcomido por el salitre. El chófer la recibió con un saludo de antiguo conocido y la llevó dando tumbos a través del pueblo indigente, con casas de bahareque y techos de palma, y calles de arenas blancas frente a un mar ardiente. Tuvo que hacer cabriolas para sortear los cerdos impávidos y a los niños desnudos, que lo burlaban con pases de toreros. Al final del pueblo se enfiló por una avenida de palmeras reales, donde estaban las playas y los hoteles de turismo, entre el mar abierto y una laguna interior poblada de garzas azules. Por fin se detuvo en el hotel más viejo y desmerecido” **.

 

Es irónico. Edgar Allan Poe veía en la muerte a una amiga o a una amante, y no fue esta la que le impidió terminar la novela El diario de Julius Rodman o Relato del primer paso a través de las Montañas Rocosas de Norteamérica jamás perpetrado por el hombre civilizado. Con estilo de crónica, el escritor narró la expedición liderada por Rodman a finales del siglo XVIII, según la ficción, a partir de diarios suministrados por el heredero. Un detallado recuento del paisaje, la escarpada geografía, la vegetación, los animales, así como de los peligros soportados en ríos furiosos. La estaba publicando por entregas en Burton’s Gentleman’s Magazine, en 1840, pero lo echaron de la revista cuando iba en la sexta edición. Poe se negó a terminarla. Lo publicado bastó para que el Senado gringo creyera que se trataba de hechos reales y exaltara la expedición. Comienza así:

 

“Una suerte singularmente dichosa nos permite ofrecer a nuestros lectores, bajo este título, una narración de naturaleza poco común y con seguridad profundamente interesante. El Diario que sigue contiene la relación de la primera tentativa que se haya realizado de una travesía de las gigantescas barreras formadas por la inmensa cadena de montañas que se extienden desde el Mar Polar, al norte, hasta el istmo de Darién, al sur, formando de un extremo al otro una muralla erizada de rocas y coronada de nieves ***”.

 

Las creaciones inconclusas no están hechas para salir a la luz. Emergen, más que nada, por factores comerciales. Sin embargo, los lectores aman a los creadores sobre todas las cosas. Por tanto, se hacen los de la vista gorda en este aspecto y se entregan con deleite a devorar el libro… aunque sepan de entrada que a la salida no tendrán idea de lo que allí sucede.

 

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Notas:

*Capote, Truman (1988). Plegarias atendidas. Arango Editores, Bogotá. Pp 235-236.

*García Márquez, Gabriel (2023). En agosto nos vemos. Tomado de:

https://www.ingenieria.unam.mx/dcsyhfi/material_didactico/Literatura_Hispanoamericana_Contemporanea/Autores_G/GARCIA/En.pdf

***Allan Poe, Edgar (2015). Cuentos. Imprenta Nacional/Editorial Digital, Costa Rica. Página 147.

 

 

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