viernes, 2 de agosto de 2024

Letra con sangre

(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 29 de julio al 4 de agosto de 2024)

 

  

“La letra con sangre entra” no solo es un dicho popular. Resume la pedagogía del cuáquero inglés Joseph Lancaster: el estudiante aprende si es lacerado. Basa la enseñanza en maltratos físicos y psicológicos.


Lancaster trajo su propuesta a América. Esta y otras derivadas, fundadas en golpes y humillaciones, generan temor e inseguridad en los alumnos. El miedo a fallar y la vergüenza ante los demás llevan a muchos a la infelicidad y la deserción.


En El doctor Centeno, de Benito Pérez Galdós, Pedro Polo es hipócrita y agresivo. En su escuela madrileña, a fines del siglo XIX, hace de la educación del protagonista, Felipe Centeno, un suplicio.


“Era una rueda de tormento, máquina cruelísima, en la cual los bárbaros artífices arrancaban con tenazas una idea del cerebro, sujeto con cien tornillos, y metían otra a martillazos y estiraban conceptos o incrustaban reglas, todo con violencia, con golpe, espasmo y rechinar de dientes por una y otra parte”.


Su antípoda es John Keating, maestro de El club de los poetas muertos, de N.H. Kleinbaum. Con base en la libertad, fuera de enseñar literatura, insta a los alumnos a seguir la idea del carpe diem para que disfruten cada día.


Dicen que la formación dolorosa y humillante dio paso a modelos humanistas que valoran a los alumnos para que crezcan y se descubran a sí mismos. Pero las noticias de los suicidios de las Catalinas (Gutiérrez, de una universidad bogotana, y Ayazayu, de una institución chilena), al parecer por no aguantar maltratos de profesores, demuestran que el método lancasteriano sobrevive.

2 comentarios:

  1. Increíble que en pleno siglo XXI sobreviva el sistema lancasteriano. No lo permitamos. !Fuera de todas las aulas!

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  2. Dolorosa realidad, que no debe perpetuarse más.

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