(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 9 al 14 de octubre de 2023)
Hablar
de literatura experimental es hablar de Italo Calvino, el italiano que vio la
luz primera en Cuba, el 15 de octubre de 1923, y la última en Italia, el 19 de
septiembre de 1985.
Mediante
la fantasía, lanza una mirada irónica a la realidad. Sus obras son alegorías sobre
la vida desde el absurdo. Las novelas de la trilogía Nuestros antepasados son ejemplo de esto: El vizconde demediado presenta a un ser dividido en dos mitades que
van por sendas contrarias, quizá para simbolizar el bien y el mal; El barón rampante, a un noble que va a
vivir en los árboles, pues para “ver bien la tierra debe mantenerse a la
distancia necesaria”, y El caballero
inexistente, al paladín de Carlomagno, una armadura vacía, llena de saber
sobre la experiencia.
En los últimos años decidió mostrarle al lector la estructura de las narraciones. Si una noche de invierno un viajero comienza así:
«Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate. Recógete. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro lado siempre está la televisión encendida. Dilo enseguida a los demás: “¡No, no quiero ver la televisión!” Alza la voz, si no te oyen: “¡Estoy leyendo!”».
Su
pensamiento político también fue experimental. Antifascista, fue reclutado por
el ejército de la República Social Italiana, títere de la Alemania nazi, en la
Segunda Guerra Mundial. Desertó. Integró la resistencia partisana. Fue
socialista y después renunció a serlo.
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