(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 2 al 7 de octubre de 2023)
En
octubre hay tres días de animales. El 4 es de todos ellos; el 8, del pulpo, y
el 29, del gato. En la literatura, rica en fauna, aparecen como personajes que
se interpretan a sí mismos o simbolizan a humanos. Además de cuidarlos, leer es
una forma de celebrar.
Los
animales se representan a sí mismos en los cantares de gesta y las novelas de
caballería. Pocos tan valientes, veloces, resistentes como Babieca, el caballo
de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Cualquiera sabe que el Quijote
realizó sus correrías a lomo de un rocín de pelo y huesos llamado Rocinante.
Animales humanizados hay en La muy divertida historia de la cucarachita Martínez y su goloso marido el señor don Ratón Pérez, de David Sánchez Juliao.
Muchos de los que simbolizan a humanos pueblan las fábulas. Esopo cuenta:
“En cierta ocasión las liebres, perseguidas por los
perros, pensaron que para vivir en continuos sustos era mejor morir, y así las
infelices se dirigieron a una laguna para precipitarse en ella. Viendo las
ranas que las liebres venían a donde ellas estaban, saltaron con grande espanto
todas del agua, lo que observado por las liebres, dijo una de ellas: Hermanas,
no desesperemos, sigamos nuestra vida, pues otros hay que sufren aun más que
nosotras grandes temores”.
Del
octópodo, la imaginativa Gloria Fuertes narró la historia de Un pulpo en el garaje. ¡Y de gatos! Hay más
obras que felinos. Eva está dentro de su
gato, de García Márquez, y El gato en
el palomar, de Agatha Christie, son ejemplos. Los negros tienen arenero fijo
en los cuentos de terror.
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