jueves, 12 de octubre de 2023

El Nobel y Fosse

(Columna publicada en Generación de El Colombiano el 12 de octubre de 2023)



Rodeos en torno al Premio Nobel y acercamiento al nuevo galardonado, el noruego Jon Fosse.



Arrojaron un hueso acaramelado a los perros: anunciaron el Premio Nobel de Literatura 2023. Los perros son —o, mejor dicho, somos— de diversas razas y pelambres: apostadores, editores, profesores de literatura, periodistas y comentaristas literarios. Unos alimentan la ludopatía, otros publican libros del galardonado, algunos preparan una nueva lección y unas cuantas lecturas, y los demás llenamos páginas, espacios radiales o audiovisuales, o columnas como esta.


Bastó decir: el nuevo Premio Nobel de Literatura es… Jon Fosse, para que los nombres de los demás opcionados, como fichas de casino, cayeran al suelo con ese ruido dulce que tienen las piezas de juego, a esperar la siguiente nominación y, por consiguiente, las próximas apuestas. Haruki Murakami, el de Tokio blues; Can Xue (seudónimo de Deng Xiaohua), la de Hojas rojas; Cees Nooteboom, el de Cartas a Poseidón; Margaret Atwood, la de Penélope y las doce criadas; Mircea Cártarescu, el de Nostalgia; Gerald Murnane, el de Las llanuras; Antonio Lobo, el de Memoria de elefante; Elena Poniatowska, la de Hasta no verte, Jesús mío; Salman Rushdie, el de Hijos de la medianoche; Thomas Pynchon, el de El arco iris de gravedad… y otros tantos formaron el reguero.


En aulas, mesas de café y esquinas se habla por igual de quienes murieron sin recibirlo y, a juicio de unos, lo merecían. Repiten como loras viejas los nombres de Jorge Luis Borges, inventor de mundos, y Julio Cortázar, experimental. Tal vez olvidan otros como los de León Tolstoi, narrador de sociedades complejas; Henry James, aplicado en la comparación de realidades trasatlánticas; Gilbert Keith Chesterton, fluctuante entre la luz y la sombra; James Joyce, exponente de una profunda revolución narrativa; Virginia Woolf, feminista y de vanguardia, y Milan Kundera, representante de la fusión del ensayo y la novela.

 

 El nuevo Nobel

¿Y, cómo no  hablar de ese que parece el traidor del club de los postulados consuetudinarios, el sujeto que ahora los abandona sin dársele nada?


Es común que el Nobel muestre nombres desconocidos. En este caso no ha sido así. Desde hace años, los libros de Jon Fosse son invitados permanentes en la mesa de noche de lectores solitarios de muchas partes del mundo y, más aun, de las mesas de trabajo de grupos y compañías de teatro, que llevan a las tablas sus obras o estudian su pensamiento sobre su hacer artístico. Es el cuarto noruego que recibe la medalla de la Academia Sueca. Bjørnstjerne Bjørnson, el de Colina al sol; Knut Hamsun, el de Hambre, y Sigrid Undset, la de La zarza ardiente, son sus coterráneos precedentes.


Aunque no abundan ejemplares de sus libros en español disponibles en librerías —obviamente, esto cambiará—, hemos disfrutado de sus letras. En prosa, Trilogía, Septología y, la más reciente, Mañana y tarde. Se trata de una narrativa en forma de meditación, en la que sentimientos y emociones de los personajes —la soledad, el amor, los celos, la desmemoria— son tan fundamentales como los factores sociales sobre los que los individuos no tienen control e igualmente influyen en sus comportamientos —el desempleo, otra vez la soledad, la descomposición familiar, la incomunicación en un mundo lleno de ruido—. Así, el lector, invitado constante a entrar a las mentes de los personajes y del autor, encuentra tan decisivo lo que este narra, como lo que calla. Lo que queda dicho entre líneas. Nada diferente a la vida, en la que encontramos tan significativos los silencios de las personas como sus palabras.


Algo curioso: en su adolescencia, Fosse incursionó en la pintura. Entendió pronto que lo suyo era, más bien, pintar con palabras y arrojó los pinceles. Pero esa experiencia le sirvió para componer Septología, una extensa obra con varias novelas, de más de mil doscientas páginas, en la que el personaje central es un pintor viejo, viudo y olvidadizo:

 

Y me veo de pie, mirando el cuadro con las dos rayas, una morada y una marrón, que se cruzan en el medio, un cuadro alargado, y veo que he trazado las rayas despacio y con un óleo espeso, y se ha corrido, y donde se cruzan la línea marrón y la morada el color ha producido un bella mezcla que corre hacia abajo y pienso que esto no es un cuadro, pero que al mismo tiempo el cuadro es como debe ser, está terminado, no cabe hacer más, pienso, y tengo que apartarlo, no quiero tenerlo más en el caballete, no quiero seguir mirándolo, pienso, y pienso que hoy es lunes y que tengo que dejar el cuadro con los otros cuadros en los que estoy trabajando, pero que aún no he terminado, los que tengo colocados con el bastidor hacia fuera entre la puerta de la alcoba y la de la entrada, debajo del gancho del que cuelga el bolso marrón de cuero, ese en el que guardo el lápiz y el cuaderno de bocetos, y luego miro las dos filas de cuadros terminados que tengo apoyados contra la pared junto a la puerta de la cocina, tengo terminados alrededor de una decena de cuadros grandes, además de cuatro o cinco pequeños, algo así, en total son catorce cuadros, y los tengo colocados en dos filas junto a la puerta de la cocina, porque dentro de poco tendré una exposición, la mayoría son más o menos cuadrados, que dicen, pienso, pero a veces pinto también cuadros alargados y estrechos, y el cuadro de las dos rayas que se cruzan es rectangular, que dicen, pero ese cuadro no lo quiero en mi próxima exposición, porque en el fondo no me gusta nada, y puede que ni siquiera sea un cuadro, quizá sean solo dos rayas ¿o tal vez quiera quedármelo y no venderlo? porque hay cuadros que quiero quedarme y no venderlos ¿y tal vez este sea uno de ellos pese a que no me gusta?”

 

Que no use más que comas en largos tramos no es innovación suya. Ya lo han hecho otros. Además, uno de sus maestros es Samuel Beckett, figura singular del experimentalismo y del teatro del absurdo.


Precisamente, Fosse es tal vez más conocido por sus obras teatrales. Y en cantidad —más de veinte dramaturgias publicadas— estas doblan a las narrativas. La editorial argentina Colihue publicó en 2010, en español, un volumen titulado La noche canta sus canciones y otras obras teatrales, que incluye los dramas Y nunca nos separaremos, El niño, Mientras las luces se atenúan y todo ocurre, Variaciones sobre la muerte y Un día en el verano, en el que se lee:

 

“LA MUJER VIEJA: (volviéndose hacia adelante, da unos pocos pasos en la habitación).

Cuando estoy allí junto a la ventana (mientras echa una rápida mirada hacia la ventana) puedo verlo aún frente a mí. (Breve pausa).

Era un día como hoy pero en otoño cuando mi amiga vino a visitarme. Hace muchos años ya pero aún tengo frente a mí la imagen de él mientras va hacia el mar. Lo veo caminar hacia el mar quizás aún volviéndose agita la mano para saludar quizás o tan solo caminando con sus pensamientos puede ser que no se vuelva todavía puedo verlo mientras camina hacia el mar todavía puedo verlo caminando de regreso. Quizá trayendo un balde con pescados si tuvo suerte con la pesca (…)”

 

El caramelo del hueso bien pueden ser las palabras categóricas y solemnes que los integrantes de la Academia suelen usar para justificar la decisión de entregar el premio a este, esa o aquel. El anuncio del premio a Fosse vino con esta envoltura fastuosa: se le otorga “por su prosa innovadora y por dar voz a lo indecible”.

1 comentario:

  1. Paola Rego Rahal

    Pensé tontamente que los noruegos y los escandinavos, como si hicieran parte de otro continente más al norte de Europa con límites en Dinamarca al otro lado del mar, solo escribían novela negra. O eran dueños del más exquisito de los diseños. Me sentí ignorante frente a este anuncio pero no añoré como casi todos, aquellos olvidados que mencionas. Que bueno abren puertas literarias, que bueno cruzar continentes y mares para traer voces nuevas al mundo literario que si no es porque ocurre este episodio, no tocariamos esa puerta.

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