(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el viernes 17 de junio de 2022)
Escoja leer en
lugar de no leer. Y en materia de lectura, trate abrir su mente hasta que el
cerebro cruja. Déjese llevar por sus deseos e intereses, no por los de otros. A propósito de la columna Vote
bien, publicada antes de la primera vuelta electoral, un lector comentó en mi
blog: “Gracias por la recomendación. ¿Se atrevería a otra solo de escritores
latinoamericanos?”.
Ciertos libros siguen siendo esenciales, como Cóndores no entierran todos los días, de Álvarez Gardeazábal, para entender la Violencia de partidos y dirigentes políticos.
No se deje arrastrar por las maquinarias, es decir, las grandes editoriales, ni por el continuismo representado en nombres y títulos de siempre. Lea, más bien, Esos besos que te doy, de Esteban Carlos Mejía, novela que muestra otras caras de Medellín. O la poesía de amores y calles de Plena Playa, de Víctor Bustamante.
Opte por la delicada prosa de Cuentos sefardís, de Memo Ánjel, olorosa a esencias de una etnia en vía de extinción, pero de cultura avasalladora:
“Quienes se iban se demoraban en escribir:
debían estar buscando su lugar en la tierra. Así que los imaginábamos
atravesando montañas y valles, caminos amplios y estrechos; caminando bajo
distintos cielos, entrando en paisajes diversos y volviendo a contar sus
haberes”.
¿Lo suyo es el
conocimiento? Elija Detectives, de
Adrián Paenza: sus problemas matemáticos son juegos que desafían la
inteligencia. O vote por Rebelión en el
laboratorio, de Nora Bär, para conocer la vida de mujeres científicas.
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