miércoles, 22 de junio de 2022

Padre muerto

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN semana del 20 al 25 de junio de 2022)



Al padre muerto, uno no puede más que extrañarlo. Sin él, uno queda medio suelto como un barco que hubiera perdido un ancla en lo más recio de la tormenta. Algunos autores hallan en esto un tema para relatos y poemas.


En Hamlet de Shakespeare, el papá es el rey y ha fallecido. Motivado por la idea de quedarse con el trono y con la reina, su hermano Claudio es el homicida. Sin embargo, todos creen que murió por accidente. El espectro habla a Hamlet:


“Se ha dicho que una serpiente me mordió cuando dormía en mi jardín: así se ha engañado pútridamente todo oído de Dinamarca con el falso relato de mi          muerte, pero has de saber, noble joven, que la serpiente que mordió la vida de          tu padre, lleva ahora su corona”.


El príncipe se ocupa de la venganza, clamada por ese padre que habita la nada.


¿Cómo olvidar a Juan Preciado, el personaje de Rulfo? Viajó a Comala en busca de su progenitor, Pedro Páramo. Halla un pueblo muerto donde todos son difuntos. Camina, conversa con unos y otros como si estuviera en un sueño… o como si también estuviera muerto.


En La invención de la soledad, Paul Auster lamenta que el recuerdo más temprano de su padre es la ausencia. De niño, el viejo se iba a trabajar antes de que él despertara y volvía cuando ya se había ido a la cama. Hay reclamos, sí, y una sarta de preguntas pendientes.


La vida de mi padre es un ensayo de Raymond Carver. Aserrador, alcohólico, llegó a darle consejos valiosos: “escribe sobre cosas que sepas. Escribe sobre esas excursiones a pescar que hacíamos”. Por supuesto, Carver jamás lo hizo.

 

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