(Columna publicada en el semanario GENTE, de El Colombiano, el 22 de octubre de 2021)
A veces me
sorprende que octubre sirva hasta para remedio. Recibe en su seno más aguaceros
que los demás meses y con ello fomenta las conversaciones, pues las más de estas
son sobre el tiempo: “¡Qué llovedera!” “¡Ay, octubre todo lo pudre…!”.
Recibe Días
Internacionales tan disímiles como el de la Música, el Agua, la No Violencia,
los Animales, contra la Pena de Muerte, el Respeto a la Diversidad y las
Brujas. Y sé que los Días Internacionales, oficiales o no, tienen un noble fin:
visibilizar asuntos sobre los que se requiere atención especial, protección o festejo.
A veces me
asombro de mi ignorancia. No sabía que octubre, además de albergar a nacidos
bajo los signos de Libra y Escorpión, también acoge los días de la Sonrisa, el
Pulpo, el Huevo, la Reparación de Cosas, la Carretera, el Vegetarianismo, el
Karate, el Pan, la Oscilación (sí, la del péndulo), el Agente 007 y hasta la
Suegra. Es más: ignoraba que existiera Día para Estas Cosas.
Y me alegra.
Son importantes. Todo lo es. Más cuando las cosas se tornan instituciones, como
Levantarse Temprano, Acostarse Tarde, Saludar o Permanecer Callado, que también
podrían tener día especial. Los actos humanos, los logros, las desgracias, las preocupaciones
o las alegrías deben ser objeto de reflexión para no seguir por el mundo como
si nada valiera la pena o fuera lo mismo ocho que ochenta.
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