(Columna publicada en el semanario Gente, de El Colombiano, el 1 de octubre de 2021)
Cuando
Miguel Ángel Betancur, el artista plástico, era un proyecto de cura negado en tercer
debate, soñaba con ser escultor para modelar vírgenes desnudas. Ahora tiene a
la vista una colección de once vírgenes en cueros, como quería.
¿Once?,
le pregunté. Para responderme, me contó una historia del siglo IV. Santa Úrsula,
hija del rey de Britania, fue pedida en matrimonio por un pagano. Cristiana, no
podía estar a gusto. Pidió licencia a su padre para ir de peregrinación a Roma,
en compañía de diez amigas, para aclarar sus pensamientos. En la azarosa
travesía, las mujeres se toparon con los hunos. Como era de esperarse, estos
pretendieron gozar de los placeres carnales. Ellas se opusieron reciamente y las
mataron. En el siglo X, continúa Betancur, hallaron un documento sobre tal
episodio en un monasterio cerca de Colonia. Decía: "Dei et Sanctas Mariae
ac ipsarum XI m virginum", que quiere decir: once mártires vírgenes. Erróneamente,
en vez de once leyeron once mil. Por eso pasó a la historia el concepto de once
mil vírgenes.
En fin, lo cierto es que él muestra sus Vírgenes Desnudas en la sala de exposiciones del Idea, del 1 al 30 de octubre, al lado de la obra Color Afro, del pintor Rubén Crespo, el mestizo claro que lleva un negro por dentro y lo hace pintar temas afrocolombianos. Dos estéticas, dos miradas al mundo, dos ideas artísticas… en el Idea.
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