(Columna
Río de Letras publicada en diario ADN, en la semana del 27 de enero al 2 de febrero de 2025)
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Mapa del Centro Nacional de Memoria Histórica |
En el Catatumbo cuentan la leyenda de Curupira, cuidador de bosques. Una criatura humanoide, de talla baja, con los pies al revés y el cabello largo y negro, y que usa sombrero de paja. Tolera a quienes practican la caza para alimentarse y castiga a los que lo hacen por placer.
Narran
historias del Poira, anciano sabio y hechicero, habitante de ríos y lagos, que ejerce
influencia sobre pescadores y navegantes. Encanta y sanciona a quienes no
respetan sus dominios. Los campesinos creen que el Espíritu del Cacao protege a
los que cultivan este fruto.
El
repunte de los conflictos armados deja cientos de personas muertas y miles
desplazadas en los 13 municipios de esta región de Norte de Santander. Para
salvar la vida, los desarraigados huyen a pie, a caballo o en camiones con
rumbo a Cúcuta u Ocaña.
El
terror siembra desolación en pueblos y campos. Pobreza en los habitantes que,
en gran medida, dejarán atrás lo que fueron para integrarse a otras sociedades
que les permita subsistir.
Si nos descuidamos, en breve podríamos presenciar un etnocidio, es decir, la destrucción de las culturas. La desaparición de formas de vida, creencias, rituales, expresiones folclóricas, literatura, recetas de cocina y medicina tradicionales… y de un sinnúmero de aptitudes y hábitos grupales cuya construcción ha tomado siglos. No quedará quien hable de Curupira, cuidador de los bosques; del Poira, protector de las aguas, pues no habrá nadie para recordarlos. Unos estarán muertos; otros, diseminados por varias regiones, en medio de ideas y costumbres diversas.
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