(Columna Río de letras publicada en el diario ADN en la semana del 6 al 12 de enero de 2025)
Si
es cierto que nos interesa la lectura, es preciso derribar las disculpas para
no leer. Que los libros son caros, largos o no hay tiempo… Un libro no es costoso,
sabiendo que como cosa de papel o electrónica tiene duración considerable, mayor
que la de los electrodomésticos y teléfonos móviles, y puede leerse muchas
veces. Puede optarse por textos de segunda o prestados en bibliotecas. En cuanto
a la extensión, ¿acaso hay que terminarlos de un tirón? Y sobre el tiempo,
siempre lo hay para lo que se desea.
Si
más que poseer libros nos interesa la lectura, hay miles de obras accesibles en
la red y pueden bajarse de manera legal y gratuita. Basta mencionar infinidad
de ellas cuyos derechos de autor expiraron, por tener más de 80 años. En estas
están los clásicos, por supuesto. Hay portales en los que se leen cuentos,
poemas, ensayos, aforismos, teatro. Por ejemplo, Ciudad Seva o la página
Dominio Público. Miremos lo que hallé solo con poner el título:
“Dos
estaciones después de Dresde subió a nuestro compartimiento un señor ya mayor,
saludó cortésmente y, levantando los ojos, inclinó expresamente la cabeza en mi
dirección, como si fuera un buen amigo. En el primer momento no fui capaz de
recordarle; pero cuando me dijo su nombre, con una ligera sonrisa, me acordé
inmediatamente: era uno de los anticuarios más prestigiosos de Berlín, en cuya
tienda yo había admirado y comprado, más de una vez, antes de la guerra, libros
antiguos y autógrafos”.
Es “La
colección invisible”, incluido en Sueños
Olvidados y otros relatos de Stefan Zweig.
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