sábado, 18 de enero de 2025

Buenos propósitos

(Columna publicada en la revista Generación del diario El Colombiano el 18 de enero de 2025)


 https://www.elcolombiano.com/generacion/criticos/buenos-propositos-DA26376621



La elaboración de listas de “buenos propósitos” constituyen una costumbre navideña que nadie se esfuerza por cumplir. Pero las excepciones, como las brujas, que las hay las hay.

 


A las costumbres y los agüeros de Navidad y Año Nuevo, incorporados en el folclor —comer doce uvas y desearles “Feliz año” hasta a los desconocidos, por ejemplo—, se suma la de elaborar listas de “Buenos propósitos”. En los primeros días del calendario, por diversión, numerosas personas elaboran catálogos de intenciones para llegar a ser otros seres, para transformarse en individuos mejores de lo que han sido. Claro, motivadas por la inconformidad con ellas mismas y horrorizadas por el fantasma del fracaso al que quieren desterrar de sus vidas.


En este inicio de 2025 (como en el inicio del 2024 y del 2023…), a muchos se les oye decir, con gesto grave: “ni un cigarrillo llevaré a mi boca… aunque acaso vapee un poco después de almuerzo para adormecerme tenuemente, pero no más de ahí…”. A otros, apuntar: “No oleré porquerías que entren en mi sistema y me acerquen al Infierno; solo esencias saludables que solacen mi espíritu”. A otros tantos, prometer: “No beberé… a excepción del 20 de julio, claro, para celebrar una Independencia que no es cosa menor… aunque al final de poco haya valido”. Hay quienes dejan oír su anuncio: “No volveré a perder las tardes holgazaneando, caminando por ahí sin rumbo con las manos en los bolsillos y silbando melodías improvisadas sobre la marcha o sentándome a estar mano sobre mano para sentir el paso del tiempo como el fluir de un río”. Y apuesto a que los hay diciéndose: “No gastaré más ilusiones en las máquinas tragamonedas”.


Y al dejar en claro, entre las intenciones, lo que sí harán, en esa misma línea de llegar a ser otros y mejores, casi todos dicen: “Este año sí haré ejercicios físicos… en especial los que mejoren el estado del pulgar y el índice de la mano derecha, con los que suelo mover las fichas del ajedrez”. “Iré a visitar a mi abuela, le hablaré un rato sin importarme que su sodera le haga mantener una cara de pregunta constante mientras estoy con ella”.


La usanza se complementa con la de realizar, al final del año, el balance de realizaciones y concluir, indefectiblemente, que poco o nada se cumplió.

 


Cumplir

Sin embargo, todavía hay gente seria consigo misma. Lo digo, porque, sin proponérmelo —total, uno se entera hasta de lo que no pregunta— antes del décimo día del año varias personas coincidieron en hablarme del asunto. Al parecer, contrario a lo que sucede con la mayoría incumplida, estos son sinceros consigo mismos. Tales seres extraños movieron en mí la idea de escribir esta columna.


Uno de ellos, un estudiante de periodismo, me contó que entre sus propósitos de 2025 está el de la lectura de algunas obras clásicas, pues suele dar más atención a las novedades editoriales. “Espero leer —fueron sus palabras exactas— al menos cuatro novelas esenciales de todos los tiempos: Los Miserables, Los tres mosqueteros, Guerra y paz, y Humillados y ofendidos. De hecho —añadió— anoche comencé la de Dostoievski. Voy apenas en la parte en que Natasha abandona a sus padres para irse, tal vez de manera irreflexiva, detrás de su amado, un sujeto medio tonto, hijo de un enemigo familiar”. Indicó que le gusta cómo el narrador, un escritor que vive desplatado, se involucra en las historias de distintas personas de San Petersburgo y, al contarlas, resalta lo que hay de común entre ellas: los poderosos humillan y ofenden a los humildes y vulnerables. “Me atrae también la manera como ese narrador va interpretando los actos, las palabras, los comportamientos y los caracteres de los involucrados en las tramas, como si hablara con el lector”.

 


Actualidad

La segunda persona, una mujer inquieta por “los temas de actualidad”, según le he oído repetir, llevaba en su bolso dos libros comprados esa misma mañana sobre el conflicto palestino-israelí. “Después de tantos meses de seguir por medios y redes la masacre de la que es víctima el pueblo palestino, decidí buscar bibliografía que me ayude a entender lo que ocurre. No para escribir de ellos, no. Sabes que soy diseñadora, pero siempre, no solo en este caso, sino en los diferentes fenómenos políticos del mundo que me han tocado, no me gusta ser una lora repitiendo lo que otros dicen. Antes de mitad de año, te lo prometo, habré entendido, al menos en gran medida, el conflicto de Oriente Medio”. Mostró los volúmenes. Uno: Vecinos y enemigos. Los cien años de conflicto entre israelíes y palestinos, de Ian Black, un periodista que ha cubierto por años las confrontaciones de Irán, Irak, Israel, Palestina y Egipto; el otro: Palestina, genocidio y resistencia, de Victor de Currea-Lugo, que incluye testimonios de víctimas palestinas. La diseñadora vio un documental y leyó en internet artículos del autor del segundo libro en cuya portada se ve una sandía hecha pedazos bajo un cielo azaroso. “Él señala repetidamente que no desconoce el holocausto judío, y lo repudia, pero que lo que adelanta Israel en Gaza es un conjunto de actos criminales”.

 


Reintentar

Un par de días después, otro amigo mencionó que este 2025 no será productivo para él si no lee completo El Quijote. Lo ha empezado no sabe cuántas veces y no ha pasado del capítulo VI, el que narra el escrutinio de libros en la biblioteca del caballero andante, en el que el barbero y el cura arrojan a las llamas numerosos volúmenes que, según ellos, enloquecieron al héroe. Las sergas de Esplandián, Don Olivante de Laura, Florismarte de Hircania —que en realidad es Felixmarte de Hircania—, Bernardo del Carpio y otros tantos fueron a dar a la hoguera. El Amadís de Gaula, El Palmerín de Ingraterra, Don Belianís, Historia del famoso caballero Tirante el Blanco y otros no tantos se salvaron de las lenguas de fuego.


Tal vez advirtió signos de incredulidad en mi rostro, pero juro que lo que había era escepticismo. Dijo: “No creas que se trata solo de una intención. Ya comencé a leerlo de nuevo. Después de dos sentadas que he podido dedicarle, voy en el capítulo XVII, en el que “don Quijote se aloja en una venta humilde, que confunde con un castillo. Cuando el posadero cobra la cuenta, huye. Sancho es quien recibe el castigo. Suben a una manta al pobre escudero, lo lanzan al aire una y otra vez, hasta que se cansan de jugar con él”.


De modo, pues, que al escuchar los anuncios de estos tres promeseros, justo es concederles que es posible que alcancen sus propósitos.


No sea que se les ajuste la frase del Caballero de la Triste Figura, emitida en el capítulo XXXI del libro retomado por el tercero de ellos: “No hay villano que guarde palabra que tiene, si él vee que no le está bien guardalla”.


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