(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el viernes 6 de mayo de 2022)
La
columna del 22 de abril se refiere a la contribución de
grupos étnicos, como el afroamericano, en la permanente construcción del idioma.
La lectora Gloria Vásquez comenta: “usted hace una referencia incluyente muy necesaria pero imprecisa cuando dice: "...en las (letras) afroamericanas, el (aporte) de miles de personas cazadas en África y traídas a América contra su voluntad...”.
Gloria agrega: “todavía no hay el reconocimiento de la
responsabilidad de cada quien de todos los hechos históricos sobre víctimas y
victimarios. Me refiero a la infame e infamante esclavitud de los negros
procedentes de África, que ofende a la humanidad por siempre pero que tiene un
elemento al cual no alude: los 'negreros' europeos recorrían la costa de África
occidental pero no se internaban en ese continente desconocido entonces les
compraban a los negros dominantes a otros negros sometidos por ellos, no hubo
inocentes».
Oportuna advertencia:
la esclavitud de africanos no está suficientemente entendida y, por
consiguiente, su discusión no está cerca de terminarse.
Por este camino,
vienen a mi memoria novelas del cartagenero Antonio Prada Fortul. Benkos Biohó narra las gestas de
libertad lideradas por este personaje en el siglo XVII, y Kanú, las aventuras
de un africano que consiguió regresar a su continente después de permanecer un
tiempo en Cartagena de Indias. Esta dice: “El trato del yoruba con los muertos
es cotidiano; estos no pertenecen propiamente a “otro mundo”, sino a otro país
del mismo mundo, a la otra orilla; la invisible (…)”.
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