(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 4 de marzo de 2022)
En Star Trek, las
series de ciencia ficción, el capitán da un día la orden que jamás quisiera
dar: “¡Todos a las cápsulas de escape! ¡Abandonen la nave!”.
La evacuación
es urgente. La destrucción del crucero espacial, inminente. En segundos, los
navegantes huyen en vehículos individuales con la esperanza de ser rescatados
por alguna nave alienígena o llegar a un planeta clase M, es decir, con
capacidad de albergar vida humana.
Así está la
Plaza de Mercado de Envigado desde el 1 de marzo. La van a demoler y
reconstruir. Desde hace días, legumbreros, carniceros, yerbateros, misceláneos,
cigarreros, tenderos y vendedores de materos abandonaron el lugar, cada cual
por su lado, y fueron a ocupar locales, por lo general cercanos a este centro gravitacional
de mercado. Guardan la esperanza de volver un día a ocupar la nueva Plaza.
Aunque desde
la Administración Municipal aseguran que ninguna de las 400 personas que se
ganan la vida allí perderá el puesto, sé de al menos una que no tiene esperanza
de regresar. Esperanza Hernández, la mujer que atendía un servicio sanitario en
el pasillo occidental. Esa que uno veía leyendo libros en esos lapsos en los
que no acudía alguien acosado por la tiranía de sus entrañas. “Pregunté y me
dijeron: no. Esto va a ser una cosa muy distinta”, contó.
Esperemos que la Plaza de Mercado se actualice en arquitectura e higiene, pero no pierda su naturaleza de plaza por parecerse a un centro comercial, inodoro, desabrido... y sin alma.
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