(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 4 al 10 de marzo de 2024)
Lo primero que cayó a
mis manos de ese “viejo indecente”, Charles Bukowski, fue La senda del perdedor. Una novela autobiográfica sobre los primeros
20 años de Henry Chinaski, el alter ego mal disimulado del escritor. La Gran
Depresión es la circunstancia que atraviesa la obra. El empobrecimiento
material incide en distintos ámbitos de la vida social e individual. Muchos
autores han escrito sobre ese tiempo crítico. Pocos han conseguido pintarlo
como Bukowski. El padre de Chinaski, maltratador, se desespera y avergüenza. Sale
a diario de casa para aparentar que va a trabajar, no sea que los demás piensen
que es un perdedor.
Representante del
realismo sucio, movimiento caracterizado por ocuparse de seres corrientes, dueños
de vidas ordinarias, así como por el minimalismo estructural —la parquedad en las
creaciones, la carencia de adornos, figuras, adverbios, adjetivos— que le permite
al contexto dar sentido al relato, Bukowski es autor de Factótum; Pulp; El infierno es un lugar solitario, y Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones.
El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco es una obra póstuma basada en su diario. El 27/02/93 escribió:
“¿Por qué hay tan poca gente
interesante? De entre todos los millones, ¿por qué no hay unos cuantos?
¿Tenemos que continuar viviendo con esta monótona y pesada especie? Parece como
si su único acto posible fuera la Violencia. Eso se les da muy bien. Les hace
florecer de verdad. Flores de mierda, apestando nuestras posibilidades”.
El 9 de marzo cumplen 30
años de muerto. Nació en 1920.
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