(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 4 de noviembre de 2022)
En
Mes de Difuntos vale decir: si asustan los muertos, asustan más los fantasmas. ¿Será
porque se ven moverse y se les oye hacer ruidos, como si tuvieran “vida”? Sé de
alguien a quien se le apareció la abuela muerta. Intentó no tener miedo. La
recorrió con la vista de arriba abajo… hasta que llegó al suelo y… ¡no tenía
pies!
No
solo atemorizan los fantasmas de quienes fueron personas; también los carros
fantasma, que atropellan impunemente a los viandantes; las llamadas fantasma,
que uno cree haber oído, pero no sucedieron; los dolores fantasma, que se sienten en una parte amputada,
es decir, en un miembro fantasma; la lluvia fantasma, que se evapora antes de tocar el suelo; los pueblos
fantasma… Hace años visité uno en la Ciénaga Grande de la Magdalena: Bocas de
Aracataca. 80 habitantes deambulaban por sus calles como espectros procurando infructuosamente
llevar vida normal, como la de antes del 22 de noviembre de 2000, cuando
paramilitares masacraron a decenas de pescadores y desplazaron a millares de
pobladores. El último viaje del buque
fantasma, un cuento de García Márquez, tiene el tema mundial de la nave
fantasma. Frederick Marryat es autor de El
buque fantasma, la historia del Holandés errante, un barco condenado a
navegar eternamente sin tocar puerto.
El barco fantasma, cuento de Ciro Alegría incluido en Panki y el guerrero, comienza así: “Por los lentos ríos amazónicos navega un barco fantasma, en misteriosos tratos con la sombra, pues siempre se lo ha encontrado de noche. Está extrañamente iluminado por luces rojas, tal si en su interior hubiese un incendio”.
¡Qué excelente crónica!
ResponderBorrarInteresante
ResponderBorrarMuy bien Jhon, un abrazo desde México
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