viernes, 25 de noviembre de 2022

Cadenas de letras, ideas de libertad

(Columna periódico GENTE, grupo El Colombiano, edición 25 años del semanario, 25 de noviembre)



Lo importante de los premios de literatura, salvo para quien los gana, que recibe reconocimiento y estímulos materiales, es que hacen visible una voz. Y si es una voz en español, mejor para nuestra lengua, porque se enriquece y expande. Se exhibe su versatilidad, flexibilidad y belleza.


Hace escasos días entregaron el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes. El nuevo ganador, el poeta venezolano Rafael Cadenas, cercano y conocido, es un exponente consumado de la poesía y el ensayo. Ya habíamos notado la magia de su poesía en 1998, cuando participó en el Festival Internacional de Poesía de Medellín.


En el poema Derrota, incluido en Falsas maniobras (1963), dice:


Yo que no he tenido nunca un oficio

que ante todo competidor me he sentido débil

que perdí los mejores títulos para la vida

que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)

que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos

que me arrimo a las paredes para no caer del todo

(…)

me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.


Nacido en Barquisimeto, en 1930, en el último lustro de la dictadura de Juan Vicente Gómez, Cadenas militó en partidos de izquierda que en el decenio de 1950 luchó por acabar con otra dictadura: la de Marcos Pérez Jiménez. Por esa militancia recibió cárcel primero y exilio después. Sin embargo, como él ha creído y pregonado que la salvación se alcanza mediante la palabra, el entendimiento y la significación del mundo, durante su castigo compuso un poemario que sonó como un trueno: Los cuadernos del destierro. Después hizo parte del grupo literario Tabla Redonda y emprendió la realización de una actividad creativa y reflexiva que ha multiplicado como profesor universitario. En Memorial llega a decir: “Sé/ que si no llego a ser nadie/ habré perdido mi vida”. Y, claro, no son los premios los que lo hacen ser alguien, es su expresión vigorosa; los premios solo la destacan.


Por más de sesenta años ha ido consolidando una voz poética auténtica, nada concesiva. Una especie de canto a sí mismo que nos enseña a los débiles, los desapercibidos, los que no encajamos fácil en la fauna humana, que es posible defenderse del mundo hostil con el escudo y la espada del lenguaje. Y que el fuerte, dueño de las formas socialmente dominantes, tarda tiempo en percibir que no nos ha infligido derrota alguna.


Con el Cervantes, Cadenas consigue que la atención del orbe se pose por un momento en Venezuela, no para atender el ruido político, sino para conocer su literatura. Asimismo, contribuye a brillar y dar esplendor a la lengua española. Amante, Intemperie y Sobre abierto son algunos de sus libros de poesía. Literatura y vida y Reflexiones sobre la ciudad moderna, dos de sus ensayos.

 

En Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística, señala:


“Si fuese necesario representar antropomórficamente lo que llamamos Dios, mediante un símbolo, el más adecuado sería el andrógino. En muchas figuras religiosas hay algo que lo recuerda. Parecen estar situadas más allá de toda identificación sexual. Son ante todo seres humanos. Lo de hombre o mujer no está subrayado, como es usual”.


En ciertas ocasiones sucede que la persona galardonada no está en nuestro radar. No debemos avergonzarnos por tal circunstancia, la de nuestro desconocimiento, pues nadie tiene obligación ni posibilidad de conocer vida y milagros de los otros ocho mil millones de seres humanos que, como uno, pisan la Tierra. Más bien, aprovechemos la circunstancia para leer a quien organiza las palabras de manera singular y, con ello, transmite ideas divergentes.

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