(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 11 de noviembre de 2022)
Las
cosas antiguas vuelven a sorprender si las habita la audacia y el espíritu
visionario. Una de estas es la revista Árboles, que circuló a mediados del
decenio de 1940.
María
Cristina Arroyave nos presentó ejemplares —y nos regaló algunos— a los participantes
del taller de narrativa Letras Vivas de Otraparte, que ella integra. Nos
sorprendió gratamente que la revista, fundada y dirigida por el médico Ezequiel
Arroyave y Roldán —el papá de María Cristina— y, más aun, el grupo realizador,
la Asociación de Amigos del Árbol de Medellín, llevara un mensaje de
preservación de la Naturaleza en un momento en el que había poca conciencia
sobre el tema y, en general, se creía que los recursos naturales eran
inagotables. Lejos estaban los tiempos en los que se hablaría del desastre
climático. La revista incluye noticias forestales, legislación, recomendaciones
para el cultivo, poemas, intercambio de ideas con colectivos semejantes de otras
regiones…
En el editorial de los números 19 y 20 (enero y febrero de 1946) se lee:
“El
sentimiento de amor al árbol es la expresión de una cultura que la escuela
colombiana no ha ofrecido al pueblo, y su omisión ha sido la causa de los
efectos desastrosos que estamos tratando de resolver en la actualidad. En vano
se trataría de buscar la resolución del problema siguiendo otros caminos,
creando la policía forestal para cuidar el árbol del mismo hombre que se
beneficia de él (…)”.
Coherente
con tal idea de educar en la cultura del árbol, esta revista se distribuía
gratuitamente entre profesores y alumnos que la solicitaran.
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