(Columna
Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 3 al 9 de marzo de 2025)
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Sheherezade y sultán Schariar. Pintura de Ferdinand Keller (1842-19229. |
Hablemos de mujeres. Sí, pero de algunas inolvidables. Protagonistas de entornos casi siempre dominados por hombres. Que luchan y defienden su autenticidad, aunque en ello se les vaya la vida.
No
han faltado mujeres así en los relatos literarios. Sheherezade, en Las mil y una noches, la más valiente.
Se ofreció a casarse con el sultán, a pesar de que este había decidido desposar
a una virgen cada día y matarla al siguiente. Ingeniosa, se las arregló para atarlo
con historias y, a la larga, curarle su envenenado corazón. Penélope, en la Odisea, defendió su casa y su fidelidad
a Ulises con inventiva y valentía.
Emma
Bovary y Anna Karenina enfrentaron la presión social, el chisme que acababa con
su honra, por no traicionar sus sentimientos. Clarissa Dalloway, en La señora Dolloway, obra icónica del
feminismo escrita por Virginia Woolf, muestra la represión sexual y económica, así
como la resignada infelicidad a las que algunas son condenadas.
Otras
no consideran que su realización dependa de factores convencionales como tener una
pareja e hijos, sino en escucharse a sí mismas, no engañarse, perseguir sus
ideales. Me refiero a Jo March, la de Mujercitas,
e Elizabeth Bennet, de Orgullo y
prejuicio. Por pertenecer a sociedades tradicionalistas, sus luchas y
opiniones son más loables.
“La ambición de Jo era hacer algo magnífico; qué fuera, ella no lo sabía, pero dejaba al tiempo el descubrírselo, y entretanto su aflicción más grande era no poder leer, correr y montar a caballo tanto como quisiera”. Esto se lee en la obra de Louisa May Alcott.
Si, son muchas las mujeres inolvidables por sus obras, valentía, sabiduria, pero hay otras que más que inolvidables son únicas: aquellas que conociendo la profundidad de los mares siguen desafiando sus abismos, que nunca se destacan, que nadie menciona, pero que tienen la fuerza necesaria para renunciar a sus sueños e imponerse al infortunio.
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