(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 16 al 22 de diciembre de 2024)
Como
todavía estamos celebrando los cien años del primer Manifiesto Surrealista,
salido del caletre de André Breton, es oportuno detenernos en la figura de
Vicente Aleixandre, el poeta español de quien el 14 de diciembre se cumplen 40
años de muerto.
Acogió
una influencia importante de este movimiento francés que, para decirlo de una
manera simple, aprovecha para la escritura todo cuanto viene a la cabeza, en lo
que se llamó la escritura automática. Los pensamientos, los sueños, la
imaginación, más no los procesos reflexivos. Aleixandre, movido por esta
propuesta estética, halló su expresión en el verso libre. Sombra del paraíso y La
destrucción del amor son dos poemarios que se circunscriben al surrealismo.
“La lluvia” es un poema incluido en el capítulo de “Los inmortales”, del
primero de estos volúmenes:
La cintura no es rosa.
No es ave. No son plumas.
La cintura es la lluvia,
fragilidad, gemido
que a ti se entrega. Ciñe,
mortal, tú con tu brazo
un agua dulce, queja
de amor. Estrecha, estréchala.
Toda la lluvia un junco
parece. ¡Cómo ondula,
si hay viento, si hay tu brazo,
mortal que, hoy sí, la
adoras!”.
Perteneciente
a la Generación del 27, con Lorca, Alberti, Cernuda y otros, Aleixandre también
experimentó con otras formas creativas. Después de la Guerra Civil española
incursionó, como la mayoría de los poetas de su país, en poesía social y
telúrica. En un vasto dominio, Presencias, Retratos con nombre y Poemas de consumación son algunas de
sus obras en las que parece alejarse del movimiento iniciado por André Breton.
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