(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN en la semana del 24 al 30 de junio de 2024)
Oí decir que Michel Foucault pretendía escribir para dejar tirados a los lectores a un lado del camino, desde las primeras líneas. Mientras mayor número de ellos iba renunciando a la lectura, mejor. He hallado que este comentario es falso, pues no es cierto que su expresión sea indescifrable.
Este
francés, de quien se cumplen 40 años de muerto el 25 de junio, fue filósofo,
historiador, sociólogo y psicólogo. Pensador brillante y profesor de
universidades de Francia y Estados Unidos, dejó varias “cajas de herramientas”
—así solía llamar a sus libros— sobre asuntos que interesan a cualquiera que se
llame integrante de una sociedad. Foucault nació en 1926.
Por
ejemplo, en Vigilar y castigar hace
un recuento de la evolución de la sanción a los delincuentes, las prisiones y
la tecnología del castigo. La tortura en épocas monárquicas; después, la
disciplina; más tarde, la duración de las penas y, recientemente, los
panópticos que mantienen vigilado a todo el mundo, no solo a los convictos.
Algunos
de sus libros son: Historia de la locura
en la época clásica, Las palabras y las cosas, La arqueología del saber,
Historia de la sexualidad y La
hermenéutica del sujeto. En este, reinterpreta el principio griego de “conócete
a ti mismo”. Considera incompleta la explicación que se le ha dado. Sugiere que
la intención de Sócrates al instar a cada uno a volcarse al autoconocimiento, era
que adoptara, más que una actitud pasiva, la idea de ocuparse “de sí mismos y
de su propia virtud”. Cuidar de sí para luego establecer relaciones con los
demás.
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