sábado, 18 de mayo de 2024

La luz

 (Columna Río de Letras publicada en el diario ADN en la semana del 13 al 19 de mayo de 2024)

 


La luz fue lo primero visible cuando nadie estaba para ver. Esta es una verdad de Perogrullo, pero no una tontería. Humilde, la luz resulta invisible por transparente, desapercibida por silente, familiar por oportuna. Destaca a otros más que a sí misma. Por eso, tiene Día: el 16 de mayo.


La luz espantó los miedos. Desterró fantasmas y seres de leyenda que asustaban en los caminos. En libros es personaje, atmósfera y alma de ciertas ideas. Símbolo de filosofías, poemas y doctrinas.


“Nadie, cuando enciende una lámpara, la pone en un sitio oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean el resplandor”, dice san Lucas en el Evangelio. Y sí, es rara una lumbre en lo oculto, pero raros son los humanos y no faltará quién la ponga allí.


Maupassant la hace paisaje: “La luna, en su ocaso, perfilaba a ras del horizonte su forma de hoz en medio de una siembra infinita de granos de luz, arrojados a puñados en el espacio. Y por la campiña negra, unas lucecitas temblorosas se encaminaban desde todas las partes hacia el puntiagudo campanario, que repicaba sin descanso”.


Conan Doyle enciende las lámparas de gas del alumbrado cuando, de noche, su detective va a bordo de un taxi tirado por caballos tras el criminal.


Y Mejía Vallejo la torna personaje de poema:


“Anuncia una luz viajera

por los lados de mi suerte:

partir será media muerte

pero llegar, muerte entera.

Tal vez la luz exagera

por cansancio de alumbrar,

pero me hace preguntar

cuando miro el paisaje

las dos puntas de mi viaje

si es necesario llegar”.

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