(Columna
Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 5 al 10 de febrero de 2024)
En 2024, Marco Polo pone a hablar de viajes y viajeros, por los 700 años de su muerte. El capitán Franco Ospina de Armas motiva a seguir el tema: emprendió el mismo viaje individual y sin retorno el pasado 29 de enero.
El samario instó a la humanidad a comprometerse con el cuidado de la Tierra. Hemos escrito crónicas sobre sus aventuras y hallazgos.
En 2009 zarpó de Santa Marta
con su tripulación en el velero Tortuga I en la expedición Caminante del Viento
II en torno al mundo. Evaluaron el pH de las
aguas y los problemas de los desechos plásticos y el calentamiento global.
Planeado para 400 días, el periplo demoró mil. Un
huracán los lanzó a un lugar entre Bora Bora y Rarotonga. Con la muerte en la
proa, se ataron a la nave por seis días, pues lo que más teme un navegante es
caer al mar en un huracán, porque es casi imposible volver al barco. A golpes
de viento, olas y lluvia, supieron que debían cambiar su pretendida ruta por el
Mediterráneo. Pasaron varios días a la deriva. Llegaron de cualquier manera a
Auckland. A las dificultades habrían de sumar el dolor por la muerte del
Capitán Francisco Ospina Navia. Franco suspendió el proyecto para venir a
Colombia a despedir a su padre. Luego regresó a Oceanía a reemprender el viaje.
Sabía lo que era sufrir la furia del Océano. En 1992 hizo la
ruta de Colón entre España y América. Un huracán llevó su velero a besar costas
africanas antes de dejarle retomar el rumbo. Muchos leímos sobre sus correrías por
ríos de Argentina y Colombia, en 1993.
¡Buen viento y buena mar, capitán Franco Ospina!
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