sábado, 25 de noviembre de 2023

Epitafios

(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 20 al 25 de noviembre de 2023)

 

Hay personas que dejan algo dicho a quienes merodeen por su final morada; en tanto, otras tienen por afición, no solo en noviembre, buscar esas frases ingeniosas o sentidas. Los epitafios constituyen, a su modo, un género literario universal y de todos los tiempos. Se oyen lamentos por su paulatina extinción. ¿Cómo no van a disminuir si, en los cementerios, tumbas y bóvedas ceden su lugar a columbarios que guardan, apretadas, las urnas de cenizas, residuo de los seres vestidos y arrogantes? Cada vez queda menos espacio para escribir.


En contravía —o a contravida— como ha existido, Gustavo Álvarez Gardeazábal tiene lista su tumba en el Cementerio San Pedro de Medellín, donde estará de pie por toda la eternidad. Y su epitafio:


            Cóndores no entierran todos los días.


Allí compartirá con otro gran escritor del Valle, Jorge Isaacs, cuyo mausoleo tiene dos mensajes. Este es uno:


        ¿Yo de Antioquia el poeta grande y querido. ¿Yo!?

        ¡Y no tener siquiera ocho o diez años de vida,

        de vigor, de tarea futura, para ganarle al titán

        glorioso algunas hojas del laurel tentador

        que se muestra! Casi es una crueldad mostrarlo

        ante mis ojos, como una constelación refulgente

        en lo azul, tan alto sobre las cimas en cuyos

        flancos dejé sangre de mis plantas.


En México, en la cripta de Octavio Paz dice:


        Quiso cantar, cantar para olvidar su vida verdadera de mentiras

        y recordar su mentirosa vida de verdades.


En Estados Unidos, el “viejo indecente”, Charles Bukowski, sostiene un lema: “No lo intentes”, y la poeta Emily Dickinson, una explicación: “Me llaman”. 

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