(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en semana del 15 al 20 de agosto de 2022)
Un
Río de Letras de finales de mayo llamó la atención de que los escritores se tornan
expertos en ciertos temas, porque los investigan como estudiosos que
pretendieran hacer una tesis. El desplazamiento, una enfermedad, las pestes…
Ricardo Saldarriaga, Alí Pato, zapatero. |
Igual
sucede con los oficios. Los autores aplicados realizan el mismo proceso con ocupaciones
necesarias en sus relatos. Si un personaje es, digamos, zapatero, no solo indagan
cómo viven los de este gremio; también sobre suelas, cueros, pegantes y puntillas;
cómo se clasifica el calzado, cuáles son sus partes y cuales, las herramientas requeridas.
Si no cosen un zapato, pasan horas observando a quienes lo hacen.
En
Trilogía del vagabundo, del noruego
Knut Hamsum, el narrador instala acueductos rurales. Conduce agua desde
riachuelos hasta viviendas mediante canales, para el uso doméstico y
agropecuario. Y, bueno, no digo que uno quede capacitado para montar uno de
esos sistemas solo con leer Bajo las
estrellas de otoño, pero es evidente que el autor conoce el tema al punto
de dar detalles de las labores de su personaje. Deja entre los lectores la
impresión de saber más de lo que cuenta y, así, genera entre estos una alta
dosis de credibilidad sobre lo que trata.
William Faulkner demuestra conocimiento sobre la labor del maderero en Santuario; Patricia Highsmith, de vendedora de juguetes en Carol; Joseph Conrad, de marinero en Un vagabundo de las islas… Y para no ir muy lejos a buscar ejemplos, José Eustasio Rivera parece saber bien cómo extraer caucho de los árboles de las selvas colombianas.
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