viernes, 12 de agosto de 2022

Brujos entre nosotros

(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 12 de agosto)



Entre los incontables días invernales que usurpan la época de verano que debería reinar, aparecen jornadas secas que sorprenden a todos. Se diría que uno que otro logra fugarse de ese verano refundido en alguna parte o que la Naturaleza los envía con la misión de mostrar que no sigue libretos y aún hace lo que le viene en gana.


Y, claro, esos atravesados días cálidos pillan a una multitud equivocada en su vestuario. Ahogada en chaquetas de cuero, buzos de lana, capas impermeables… Sudorosa como mulas del Cauca. Y encartada con paraguas cerrados en la mano o salidos por una esquina del bolso, como si portara utilería para un teatro del absurdo.


Sin embargo, en esa muchedumbre sofocada surgen contadas personas, inexplicable y sospechosamente atinadas, vestidas con pantalones cortos, camisetas vaporosas, sin mangas, calzando tenis o sandalias... Humillan con su frescura a sus semejantes. No me digan que es casualidad. ¡Por favor! ¡Respétenme!


Apuesto que son brujos, adivinos o zahoríes. Cuentan con un elemental o, al menos, una mariposa infiltrada que les pasa información clasificada y oportuna. No me vengan con que se basan en cabañuelas y, menos, en aplicaciones informáticas sobre el clima, porque tales cosas no funcionan en nuestro medio. Estas acaso sirvan en Madagascar o Nueva Zelanda. Sé que allá, jefes de personal programan trabajos del día siguiente, a la intemperie, con base en esos anuncios. Pero aquí…


Como sea, protesto: ¡no es justo que hasta en esos asuntos, los de la Naturaleza, se muevan influencias!

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