(Columna publicada en el periódico GENTE, del grupo El Colombiano, el 19 de agosto de 2022)
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Casablanca, agosto 2016. Foto El Colombiano |
“Como es Bien de Interés Cultural de la Nación, esta debe ocuparse de ella”, dicen unos. Sobre su destino opinan los de cultura, los de patrimonio, los políticos. Y mientras hablan… se nos cae Casablanca.
En cafés y esquinas, hablan los ciudadanos: “la
casona ya no contiene todo cuanto tenía al momento del negocio y su
infraestructura es frágil como espuma”. Y mientras murmuran… se nos cae
Casablanca.
Pensar que
nadie ignora la importancia de la artista. Un político dice: “yo peinaba a la
maestra”; otro: “yo la consolaba”, el tercero: “yo la acompañaba al salir”… Si la
hemos querido tanto, ¿por qué permitimos la caída de su morada y el deterioro
de su legado?
Viene a la mente el poema “Últimos días de una casa”, de Dulce María Loynaz:
Me siento ya una casa enferma,
una casa leprosa (…).
Soy la Casa.
Más que piedra y vallado,
más que sombra y que tierra,
más que techo y que muro,
porque soy todo eso, y soy con alma (…).
Amanecemos otra vez.
Un día nuevo, que será
igual que todos.
O no será, tal vez… La vida es siempre
puerta cerrada tercamente
a nuestra angustia. (…)
Llegué a valer tanto en sus cuentas,
que no valía nada en su ternura…
Y si no valgo en ella, nada valgo…
Y es hora de morir.
Lo advertimos a las personas que son responsables hace más de un año. Qué decidía.
ResponderBorrarDébora es un milagro hecho mujer en una época difícil para la mujer
ResponderBorrarMe alegra Jhon tu llamado de atención para conservsar su esencia y su obra