(Columna
Río de Letras publicada en diario ADN, semana del 30 de septiembre al 5 de octubre de 2024)
Casi todos los lectores se decantan por la novela. Abrámosle espacio a la poesía en la biblioteca, la mesa de noche y la mente. Por cierto, octubre “que todo lo pudre” tiene su lirismo. Entre nosotros, tal vez sea por las lluvias, tiempo oportuno para recogerse en la calidez de poemarios diversos.
Busquemos, por decir, uno de Porfirio Barba Jacob y lleguemos despacio al poema titulado “Lamentación de octubre”:
Yo no sabía que el azul mañana
es vago espectro del brumoso ayer;
que agitado por soplos de centurias
el corazón anhela arder, arder.
Siento su influjo y su latencia, y cuándo
quiere sus luminarias entender.
Pero la vida está llamando,
y ya no es hora de
aprender (…).
O de la cantora de la pena y la ansiedad, Alfonsina Storni, quien escribió “Dolor” bajo el cielo nublado de Buenos Aires:
Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana, para concordar
con las grandes olas, y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.
Qué tal seguir las palabras del “Conjuro” de la animista Dulce María Loynaz:
(…) un muro busco, un muro de granito
donde se estrelle el mar de tu infinito...
Racimo de octubre, dame un no bebido...
Vino que me haga olvidar su olvido...
¡Oh lámpara, apágate si has de alumbrarlo!...
¡Rómpete, oh labio, en tierra antes que llamarlo!
he llegado hasta donde nadie pudo llegar.
Si aun vuelvo la cabeza..., ¡Dios me vuelva de sal!
Octubre también produce sus bellas, nostalgias, gracias Profe Saldarriaga
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