sábado, 13 de abril de 2024

La invención de Bioy Casares

(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN en la semana del 8 al 14 de abril de 2024)

 

 

A muchos les ha pasado por la mente alguna vez la idea de que Adolfo Bioy Casares es invención de Borges. No parece un disparate. Este se dio a inventar a tantas personas, que no es claro cuáles son de carne y hueso, cuáles creaciones suyas. Para colmo, formaron una yunta creativa de la que salieron obras firmadas con seudónimos como H. Bustos Domecq.


Bioy Casares, maestro de la literatura fantástica, cumplió 25 años de muerto el 8 de marzo. Había nacido 110 años antes en Buenos Aires. En La invención de Morel, un fugitivo llega a una isla al parecer desierta. Luego halla a unas personas, se enamora de una solo con observarla, pero permanece oculto. Allí, un científico había inventado una máquina que reproducía indefinidamente las actuaciones de una persona tras su muerte.


La inmortalidad a la que alude la novela la encontró con obras como El perjurio de la nieve, Dormir al sol o El lado de la sombra. “El viaje o El mago inmortal” es parte del último título. Dice:


“Para alcanzar la muerte no hay vehículo tan veloz como la costumbre, la dulce costumbre. En cambio, si usted quiere vida y recuerdos, viaje. Eso sí, viaje solo. Demasiado confiado juzgo a quien sale con su familia, en pos de la aventura. Dentro del territorio de la República (estamos de acuerdo) todo se da; pero si puede vaya por el agua, a otro país. Imíteme quien se anime; como yo, bese anteayer a la Gorda, a los chicos y con el pretexto de que la compañía lo manda, parta al infinito azul…”.


Borges no inventó a Bioy Casares, pero alentó en él una imaginación más atrevida.


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