(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN en la semana del 22 al 28 de abril de 2024)
La primera vez que entré sin llamar a la obra de Jorge Amado fue a través de La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua, la historia de un hombre vagabundo y toma trago que tuvo varias muertes. La definitiva, con varias versiones. Un fragmento muestra la grandeza del autor Amado:
“Hubo
testigos idóneos, como Mestre Manuel y Quitéria Ojo Asombrado, mujer de
palabra; y a pesar de eso hay quien niega toda autenticidad no sólo a la
admirada frase póstuma sino también a todos los acontecimientos de aquella
noche memorable, cuando en hora dudosa y condiciones discutibles, Quincas Berro
Dágua se zambulló en el mar de Bahía y partió para nunca más volver. Así es el
mundo, poblado de escépticos y pesimistas, atados, como el buey al yugo, al
orden y a la ley, a los procedimientos habituales, al papel sellado”.
Más
conocido por Doña Flor y sus dos maridos,
el autor de Bahía está en boca de los asistentes a la Feria del Libro bogotana,
porque el país de la samba es invitado de honor. También hablan de Rubem Fonseca, el de El caso Morel y Carne cruda,
relatos que oscilan entre la repugnancia y la crueldad —como buena parte de la
vida real—. De Joaquim Machado de Asís, que exalta su condición de mulato, sus costumbres e imaginarios… De una mujer europea de nacimiento, que llegó desde niña a este paraíso del mestizaje: Clarice Lispector. La
hora de la estrella, Agua viva y Lazos de familia son obras suyas sin
ataduras a los géneros.
La Naturaleza y la cultura, presentes en la literatura, unen a Brasil y Colombia tanto como el mágico Amazonas.
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