(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN, semana del 19 al 24 de junio de 2023)
No
valoro a los escritores por los premios, sino por sus creaciones. Aquellos
sirven para que nos demos cuenta o recordemos que existen tales autores y obras,
y tal vez valga la pena ponerles los ojos encima. En este sentido me ocupo
ahora del japonés occidentalizado Haruki Murakami, quien recibió el premio Princesa
de Asturias la semana pasada.
Murakami es atleta y ha participado en carreras de fondo.
Escribió una novela en la que unió sus dos pasiones: la literatura y el
deporte, titulada De qué hablo cuando
hablo de correr. En ella sostiene que ambas actividades se parecen más de
lo que uno cree. Comenzando porque son físicas. Como en el deporte, uno piensa
y escribe con todo el cuerpo, no con una parte de él. La más conocida de sus
obras es Tokio Blues. Su
protagonista, Toru Watanabe, narra en primera persona su estadía en la capital japonesa
durante la época de estudiante. Además de asuntos de su vida social y su intimidad,
evoca las protestas que solían hacer contra el orden establecido.
Undergraund
es un libro periodístico. Recoge testimonios de integrantes de la secta Aum, que
perpetró el atentado contra el metro de Tokio con gas sarín en 1995, y de
sobrevivientes del mismo, e intercala sus interpretaciones. Las líneas finales,
en voz del autor, dicen:
“Quizá
se toman algunas cosas demasiado a pecho. Tal vez están marcados por algún
dolor. Les cuesta manifestar sus sentimientos y tienen algún trauma. No saben
cómo expresarse y fluctúan entre sentimientos de orgullo e inadaptación. Yo
podría ser así… y usted también, lector.
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