(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN semana del 30 de enero al 4 de febrero de 2023)
Fileas
Fogg, un inglés típico, no dado a correr riesgos, es uno de los aventureros más
célebres: es el personaje principal de La
vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne, cuya primera edición cumplió
150 años el 30 de enero.
Verne
es un autor admirado y desdeñado a la vez. Admirado por quienes aplauden sus
obras colmadas de acción y cientificidad; desdeñado por otros que califican su literatura
de cosa ligera, dirigida a mentes simples. ¿Acaso los del segundo grupo ignoran
que cautivar, como lo hace Verne, es la tarea más difícil de los escritores?
En
La vuelta al mundo en 80 días, Fogg
discute en su club. Es posible dar la vuelta al globo en 80 días, asegura, como
afirma un diario que anuncia la construcción de un ferrocarril en la India.
Apuesta la mitad de su fortuna a que él mismo lo conseguirá. Reserva la otra
mitad para gastos del viaje, que emprende con Passepartout, su sirviente.
Recorre tierras de Europa, Asia, África y América. Sube a trenes, barcos,
carruajes… y un elefante. Lo persigue la policía. En el camino, rapta a una
mujer para salvarla de un destino mortal… Claro, peripecias que aumentan la
zozobra. Gana tiempo a veces; lo pierde, en otras… La tensión no abandona a los
lectores, incluso a los de hoy, que saben que ahora se puede dar la vuelta al planeta
en menos tiempo.
“Passepartout
montó a horcajadas sobre la funda, entre su amo y sir Francis. El parsi trepó
sobre el cuello del elefante y, a las nueve, el animal salía del pueblo y se
internaba, por el camino más corto, en la frondosa selva de palmeras abanico”.
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