(Columna RÍO DE LETRAS publicada en diario ADN, semana del 19 de agosto al 24 de septiembre de 2022)
De pronto, en medio de una
conversación o en alguno de sus extremos, alguien pregunta: “¿Tú procastinas?”.
No es raro que, al indagar, baje la voz. Se diría que menciona algo íntimo y
tal vez obsceno. “Sí, lo hago a veces”, confiesa el otro, pudoroso. Hablan como
si tal práctica, la de procastinar, es decir, dejar cosas para mañana,
revelarse a hacerlas hoy, fuera indebida o vergonzosa, y no un acto muy humano.
Escapar de la tirana productividad también es saludable.
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F. Pessoa. Foto: Vitorino Braga |
Fernando Pessoa tiene versos dicientes sobre el tema. “Aplazamiento”, firmado por su heterónimo Álvaro de Campos, dice:
Pasado mañana, sí. Pero solo pasado mañana...
Mañana me pasaré el día pensando en pasado mañana,
y así será posible; pero hoy no...
No, hoy nada;
hoy no puedo (…).
Gonzalo Arango se lo enrostró a la cultura antioqueña, en “Medellín a solas contigo”:
“No todo es Hacer, Medellín. También No-Hacer es creador, pues no solo de hacer vive el hombre”.
Gustavo Adolfo Bécquer escribió páginas iluminadas sobre la dejadez:
“La pereza, pues, no solo ennoblece al hombre porque le da cierta
semejanza con los privilegiados seres que gozan de la inmortalidad, sino que,
después de tanto como contra ella se declama, es seguramente uno de los mejores
caminos para irse al cielo”.
Pero
como esta no es una apología al no hacer, sino un llamado a no obsesionarse con
una cosa u otra, recordemos también la crítica a la falta de previsión que hizo
Esopo, el fabuloso fabulista, en “La cigarra y la hormiga”. Aquella cantó y
bailó en verano y se vio sin alimento en invierno.
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