(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 7 al 12 de febrero de 2022)
A los ucranianos les soplan vientos de guerra por todas
partes y desde muy antiguo. En los últimos tiempos se intensifican por el acoso
ruso y los intentos de Occidente por impedirlo.
Para conocer a los ucranianos, quienes sufren los horrores del
conflicto, ponen el escenario y los muertos, está la literatura. Con ella podemos
saber cómo viven y sienten, qué comen y en qué creen los habitantes de este
país de Europa Oriental.
El tema no es nuevo. Hace dos años, El País de España publicó
una nota titulada “La guerra alcanza la literatura ucraniana”, de Pilar Bonet.
Demuestra que el conflicto incentiva a los escritores a narrar historias. Menciona
autores como Serhiy Zhadán, con su novela El
internado; Andriy Kurkov, con Abejas
grises, y Keteryna Kalytko, con La
tierra de lo perdido, entre otros.
El escritor ucraniano más conocido es Mijail Bulgakov, el de Los huevos fatales, Corazón de perro, La
isla púrpura y El maestro y
Margarita. Este autor participó en la primera Guerra Mundial como médico
voluntario y fue herido de gravedad. Aquí, unas líneas iniciales del relato autobiográfico
“Morfina”, sustancia con la que trató sus dolores y de la que fue adicto por
varios años:
“Las personas inteligentes han observado desde hace
tiempo que la felicidad es como la salud: cuando la tienes, no la percibes. Pero,
cuando pasan los años, cómo recuerdas la felicidad, ¡oh, cómo la recuerdas!
En lo que a mí se refiere, solo ahora me doy cuenta
de que en el invierno de 1917 fui feliz. ¡Un año inolvidable, impetuoso,
acosado por las tormentas de nieve!”
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