(Columna RÍO DE LETRAS publicada en diario ADN en la semana del 16 al 20 de noviembre de 2021)
Noviembre sigue pesado de muertos, muertos que anidan en las mentes de los vivos. Nada mejor que unas líneas de Día de Difuntos, de El libro de versos de José Asunción Silva, para hablar del tema asignado al undécimo mes.
José Asunción Silva |
Por el aire tenebroso ignorada mano arroja
un oscuro velo opaco de letal melancolía,
y no hay nadie que, en lo íntimo, no se aquiete y se recoja
al mirar las nieblas grises de la atmósfera sombría,
y al oír en las alturas
melancólicas y oscuras
los acentos dejativos
y tristísimos e inciertos
con que suenan las campanas
¡las campanas plañideras que hablan a los vivos
de
los muertos!
Nada mejor,
porque el bogotano era lúgubre cuando se proponía. Como el buen actor de teatro
logra que la verdadera puesta en escena de su obra se efectúe en la mente del
espectador más que en el escenario, Silva conseguía que la auténtica acción de
sus poemas se ejecutara en la mente del lector más que en las páginas del
libro.
Edgar Allan Poe |
Otros
creadores aluden a la relación de los vivos con los muertos. Hacen que estos no
se extingan sino que sigan habitando otra clase de vida. Poe, por ejemplo, establece
un vínculo angustioso entre personajes narradores y mujeres amadas —Ligeia,
Eleonora, Morella, Berenice—. Enigmáticas y hermosas, regresan de sus tumbas como
cadáveres no corrompidos o damas idénticas a cuando vivían.
En Doña Flor y sus dos maridos, Amado habla
de una viuda que recibe en la cama al esposo muerto, y en Cumbres Borrascosas, Emily Brontë
propicia que los campesinos vean los fantasmas de dos amantes paseando por los
páramos.
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