miércoles, 24 de noviembre de 2021

El fin del mundo

(Columna RÍO DE LETRAS publicada en el diario ADN en la semana del 22 al 27 de noviembre de 2021) 


 

Uno no ha vivido un fin del mundo, lo ha leído no más.


“Gracias” al cambio climático, cada vez más parecemos personajes salidos de una novela de Cormac McCarthy con el paisaje quemado, o de una de Stephen Baxter donde las ciudades son tragadas por el agua. Y en ambas surgen escenarios de hambruna y barbarie.


No termina la peste, nos alentamos con cifras que bajan, cuando los científicos salen a decir: no canten victoria; viene otro pico. Y bueno, la literatura nos había anticipado que esto podía suceder. Jack London, en La peste escarlata, hace más de 100 años; Philip Roth, en Némesis, hace más de diez. Común denominador: devastación y desesperanza.


¿Quién le cree a la Cumbre de Glasgow sobre cambio climático, si gobiernos de países que más dañan el planeta apenas se comprometen tibiamente a reducir su porquería?


Ahora advierten una inminente escasez de alimentos y productos, en parte como consecuencia de la pandemia, y en parte porque las materias se agotan por la cultura del úselo y tírelo impulsada por el consumismo, como anunció Eduardo Galeano en un libro publicado en 1994: «“La salud del mundo está hecha un asco”. “Somos todos responsables”, claman las voces de la alarma universal, y la generalización absuelve: si somos todos responsables, nadie es».


Todo está anotado en los libros. El checo Vaclav Smil (Energía y civilización y Los números no mienten: 71 historias para entender el mundo) señala que en unos cinco años habrá escasez de agua y alimentos.


Uno no ha vivido un fin del mundo, pero todo esto debe parecérsele mucho. ¿No creen?

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