viernes, 12 de noviembre de 2021

De la biblioteca y el libro

(Columna publicada en el semanario GENTE, del grupo El Colombiano, el 12 de noviembre de 2021)



Por pensar en tantas cosas, en brujas, en muertos, en esto y lo otro, pasó el Día de la Biblioteca, 24 de octubre, y nada dijimos. Pero hay temas que se pueden comentar cualquier día, sin que pierdan vigencia ni parezcan inoportunos.


La Gran Biblioteca de Alejandría

Con más de 4.000 años de historia, la biblioteca —pública o personal— es más que el lugar donde se guardan libros —de arcilla o madera, rollos de papiro, bloques de papel cosido y con lomo, o textos electrónicos—. Como se sabe, los libros son frutos del pensamiento, el conocimiento y la imaginación, es decir, lo que la especie humana ha hecho gracias a su pulsión erótica o impuso creativo.


Por tanto, hay una carga simbólica que convierte la biblioteca en lugar sagrado, como si fuera un templo, y a los libros en piezas sagradas, como si fueran reliquias. Lo mencionó Borges en su ensayo “Del culto de los libros”, incluido en Otras inquisiciones: “Un libro, cualquier libro, es para nosotros un objeto sagrado”. Las bibliotecas se veneran y respetan solo si se visitan y usan; los libros, solo si se leen, contradicen o enriquecen.


Por eso, carece de alma la biblioteca del mafioso, la que arma quien diseña la casa, con libros dispuestos apenas para decorar espacios, pero condenados a muerte porque nadie leerá jamás. Es biblioteca en el sentido material del concepto, pues almacena libros; no en el sentido simbólico.


Abrir una biblioteca es una acción loable; destruirla, un crimen contra la humanidad.

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