Rocío Vélez
(Publicada en columna Río de Letras del diario ADN el 6 y el 9 de febrero de 2019)
Como sus cuentos y novelas critican, sin compasión aunque
con belleza estética, vicios de una sociedad que hace de sus perversiones
objeto de orgullo, Rocío Vélez de Piedrahíta, la escritora fallecida el 28 de
enero pasado, estuvo relegada de los centros del elogio y de la literatura como
farándula. Porque la verdad duele.
En El hombre, la mujer
y la vaca cuenta la historia de un hacendado que valora más sus vacas que a
su familia. “Don Antonio, después de haber amado con entusiasmo el deporte, el
dinero, las mujeres y los negocios, por allá a los sesenta años resolvió que
definitivamente lo que más le gustaba en el mundo eran las vacas. Sobre todo
las vacas lecheras. Y entre ellas, la ‘Holstein’ cuya vida valía más que la de
una mujer”.
Lucila González de Chaves dice en su libro Literatura, investigación, lecturas y
análisis (2013), que Rocío “escribe para despertar resonancias en la
sociedad” y cree que lo logra por “su sentido de la realidad o de lo concreto,
su elegante y contenida ironía, su paciente y honesto análisis, la aguda
psicología y un fino humor”. En esto, el humor, difícil de hacer porque se
desgasta rápido, la autora es maestra; comenzó publicando divertimentos en
diarios, antes de ser cronista.
Darío Ruiz Gómez sostiene que la relegaron tras tildarla de
burguesa. Debe ser cierto: en nuestro medio segregan por cualquier factor.
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