(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 16 al 22 de junio de 2025)
A veces sentimos que la lista de días internacionales y mundiales es concesiva, que tiene fiesta para casi cualquier cosa. Hay día de los zurdos, de sacar la lengua, de la barba y hasta de sacar las plantas a pasear.
Sin
embargo, el 15 y el 21 de este mes se les rinde tributo a elementos naturales
cuyo merecimiento nadie pondría en duda: el Día Global del Viento y el Día
Internacional del Sol. Si bien es cierto que quienes tuvieron las iniciativas
de homenajearlos albergan motivaciones utilitaristas —las de celebrar que brindan
energías limpias para mover las máquinas—, también lo es que vale la pena añadir
motivos que expresen amor y gratitud al viento y al Sol por darnos vida y hacer
amables nuestros días en la Tierra.
El
arte, las canciones y la literatura se han ocupado de ofrendarles saludos
llenos de gracia. Esta, la que fluye en este río semanal, les canta desde que
el saber era el mito. El viento lo dijo,
de Mejía Vallejo, habla de amor y cotidianidad; El viento conoce mi nombre, de Isabel Allende, del exilio y la
soledad; El país del viento, de
William Ospina, deja oír voces de América; El
expreso del Sol, de Tomás González, cuenta de seres cotidianos como el
astro; Los soles de Amalfi, de Dasso
Saldívar, corre velos al pasado de un muchacho de montaña.
“El
viento” es un poema de Mario Rivero que, en parte, dice:
“Sopla
el viento…
Las
grandes ráfagas del viento
hacen
que todo se sacuda, se suelte,
que
se levante con un gemido
o
con una pirueta de alegría…
El
gran viento toma lo que le conviene,
donde
mejor le parece”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario