(Columna Río de Letras publicada en el diario ADN, semana del 9 al 15 de junio de 2025)
En Los perros ladran, Truman Capote evoca un día de 1950. Departía con André Gide en Sicilia. De pronto, el norteamericano recibió, delante del autor de Los monederos falsos, novela que cumple 100 años en 2025, un artículo en el que lo trataban en términos “bastante hostiles”. «El gran maestro francés se encorvó, bajó los hombros como un viejo y sabio… ¿digamos buitre?, y dijo: “Bah. Recuerde el viejo proverbio árabe: “Los perros ladran, pero la caravana avanza”».
¡Cuánto ladrarían los
perros mientras la caravana de la carrera artística de Gide avanzaba! Porque el
Nobel de 1947 se la pasó librando un conflicto entre su orientación sexual
considerada aberrante, la homosexualidad, y su condición de cristiano
protestante, de ideas puritanas. Pero como la adversidad es el esmeril en el
que pulimos las imperfecciones, la relación tormentosa con su época y sus
contemporáneos forjó su carácter.
El francés revolucionó la narrativa del siglo XX al abordar sin ambages el tema de la homosexualidad y al romper los esquemas de la novela decimonónica, explicativa y ordenada.
En Los monederos… se entrelazan historias de amores, odios y búsquedas de identidad. En ella se lee:
“Si se me vuelve a
ocurrir alguna vez escribir una historia, no dejaré que intervengan en ella más
que caracteres templados, a quienes la vida, en lugar de embotar, agudiza.
Laura, Douviers, La Pérouse, Azaïs… ¿qué hacer con toda esa gente? Yo no los
buscaba; al seguir a Bernardo y a Oliverio me los he encontrado en mi camino.
Peor para mí; de aquí en adelante, me debo a ellos”.

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